Nací en medio de dictaduras y represión en la región, el conflicto de Vietnam, la guerra fría en Europa y la segregación racial en África.
Al otro lado del mundo Pink Floyd tomaba fuerza, promovía Dark Side of the Moon, y cuando yo tenía un año, sacó I wish you were here, irónicamente mi familia materna ya había migrado, y sin saberlo la frase tendría sentido para siempre.
Cuando tenía 9 llegó a Ecuador la película The Wall, era para 18, pero ya coreábamos Hey teacher leave the kids alone, y contra todo control adulto, vimos la película que marcó nuestras vidas.
Ese mundo de sonidos mágicos y psicodélicos, con mensajes subversivos y transformadores, hace parte de la banda sonora de mi vida. Permanentemente nos llama a liberarnos de un sistema que corrompe y consume, a cuestionarlo todo, a defender al oprimido.
Roger Waters, creador de esta magia, con 80 años sigue llamando a la acción. Admirable, igual que triste, la vigencia de su música, su coherencia política y su vida simple. Siempre cuestionando a los poderes bélicos, políticos y económicos, aún cuando podría disfrutar de la fortuna que su ingenio ha dejado. Gracias por ilustrar mi camino con ritmos únicos. (O)
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