Un “cambio de casa” es una inquieta expectativa; nuevas ideas surgen para acondicionar aquel espacio como un lugar cálido y acogedor a la espera de ser visitado no por muchos, sino por aquellos que puedan sentir la energía de un rinconcito de creación.
Un espacio será nuestro mientras pongamos en él, el cuidado en cada detalle; colores y formas crean ambientes diferentes, únicos y especiales que cubren a ese rinconcito con el ambiente ideal para forjar, contraste seductor entre lo que es y lo que puede ser…
El gusto puede convertirse en algo tan sensitivo para quien aprecia la esperanza puesta allí, un deseo enigmático hacia algo mejor y es por eso que aquel toque de sutil pomposidad pasa de ser una marca personal a ser un espacio de composición.
La mente, las manos y el corazón se unen al compás de la creatividad y más aún si se lo hace para construir espacios de servicio, incluso, para quienes no conocemos. La nueva casa tiene un anfitrión más, una avecilla que al caer la tarde se anuncia con un cántico adulador, tan inteligente él… (O)