Signos y síntomas políticos diagnostican al enfermo Ecuador, que requiere cuidados intensivos y rápidos para no seguir rodando en la feroz pendiente que vivimos. El cambio de cúpulas policiales y ejército, son claras muestras de enfermedad enraizada en lo más profundo de la sociedad. Declaraciones frontales y sin tapujos del serio y severo embajador de EEUU, abren aún más la certeza y podredumbre en la que vivimos, siendo dirigidos por delincuentes enquistados en altas esferas de policía y ejército, donde el flamante mandatario no encuentra fácilmente gente digna y es por ello que cambia y recambia autoridades, tratando de dar como palo de ciego, en el personaje indicado que pueda demostrar honestidad y dignidad. Se supone que estas instituciones deberían ser impolutas en el control de la delincuencia en ayuda irrestricta de la justicia, que sin lugar a dudas también está contaminada hasta la medula misma, cosa demostrada con fallos sesgados y claramente dirigidos por necesidades de impunidad y corrupción, andamiaje expedito que dejó muy bien construido el delincuente prófugo belga que dinamitó toda dignidad y honor en los estamentos gubernamentales, pues con su amistad demostrada en acciones y fotos con grupos narcotraficantes a los que dio espacio y representatividad, acabó con nosotros, la sociedad honorable.
Dos enormes problemas debemos solucionar entre otros: 1.- Narcotráfico que mueve millones capaces de comprar conciencias y lograr impunidad en sus fechorías con fallos judiciales y leguleyadas de jueces corruptos, la mayoría de pueblos pequeños. Control de cárceles y puertos para contaminar con toneladas de su alijo los contenedores, reclutando además ejércitos de gatilleros y sicarios que matan víctimas escogidas, sin piedad, sembrando terror. 2.- Vacunas, nombre delicado para acciones de extorción de las que somos mártires. Es otro rubro de delincuencia organizada de menor cuantía, pues igual extorsionan a negocios y empresas a las que roban fuertes sumas de dinero para darles posibilidad de seguir con su labor y también a pequeños negocios y tiendas de barrio cuyas ganancias son puchuelas que igual deberán pagar vacunas de pocos montos. Estos dos problemas infames tienen aparejado el miedo y están cerrando empresas y tiendas pobres que apenas sustentan a sus dueños que atrancan puertas a media tarde por miedo de ser masacrados, pues también matan a infelices que desean vivir vendiendo caramelos. Viajes y turismo son también golpeados terriblemente ante el miedo de secuestros, robos o ser blanco de un balazo. El Ecuador se hunde sin remedio si no dan remedio drástico y duro a estas patologías sociales. (O)