El principio de la realidad no es suficiente, puesto que el dolor y el malestar puede acabar por desbordarnos y paralizarnos; y más aún cuando se ha confirmado por los datos científicos, que puede producirse un colapso climático ¡Alarmistas! Algo está cambiando y la conciencia de estar al límite ya no es minoritaria, sobre todo en las nuevas generaciones, que ven amenazados su futuro. Ante ello son muchas las tentaciones (negacionismos, cinismos…) contra estas y otras tentaciones hay que levantar las banderas de un mundo más humano.
El mundo cristiano, se fundamenta en la fe y que Jesús dio su última palabra cuando fue crucificado-resucitado. “Una esperanza que confía en que otro mundo es posible” al renovar cada 25 de diciembre la historia de posibilidades divinas de justicia, verdad y paz humana. Al recordar este 25 de diciembre, como un motivo personal lo viable de lo inédito, alimenta la esperanza de un auténtico motor de transformación social.
Y es así que la última palabra es pronunciado por multitud de lenguas y regiones diversas, personas que han abandonado el miedo, e incluso sus comodidades, en un proceso de conversión; a veces desde el puro humanismo, o a veces desde la fe Es una palabra que se levanta indignada, delante de la “comitiva judicial” y policial; ante una muerte, víctima de una violencia que le han despojado de su dignidad y después de su vida, es la palabra de aquel estudiante, de aquel maestro, u obrero que defienden con su sapiencia la posibilidad de caminar en confraternidad en el nuevo año.
Quizá evitemos el colapso climático y la transmisión de pandemias, que da la sensación de tiempo final que vivimos y a veces invisible para muchas personas en este 2023.Seguro acabara siendo maravilloso. (O)