Se ha reiniciado una vez más la guerra entre los grupos palestinos de Hamas, la Jihad islámica, y, el ejército de Israel. Es de esperar que, con el apoyo de todos los pueblos amantes de la justicia, de una vez por todas llegue la paz a los pueblos palestinos e israelita.
Los palestinos han nacido en la cuna del dolor, sus niños se han creado en el regazo de la desventura y en la casa de la opresión, aún se alimentan de mendrugos de pan seco, humedecidos sólo con sus lágrimas.
Por otro lado, los soldados israelitas por la dura ley del hombre, son obligados a abandonar a sus esposas e hijos, para lanzarse al campo de batalla a defender la avaricia que sus gobernantes llaman falsamente, deber.
Los kamikazes palestinos son jóvenes a los que Dios ha otorgado el don de la valentía, pero que se ven obligados a utilizarla como licencia para matar a inocentes, convirtiéndose en mártires de la ley del hombre, su desdicha es fruto de la inequidad del fuerte y de las injusticias del tirano, de la brutalidad de su vecino rico y del egoísmo del avaro.
De llegar a ser una hermosa realidad la paz en la Franja de gaza, la nueva generación de palestinos, serán como flores que crecen a la sombra de la paz y de la justicia, la suave briza de la felicidad llegará y llevará sus semillas a la luz del sol, volverán a vivir en su anhelada patria, la verdad rasgará el velo de las lágrimas de nuestros hermanos palestinos que habitan la Franja de Gaza y comenzaran a perdonar a sus opresores.
Si por alguna razón, la paz no llega lo más pronto posible, tanto para la Franja de Gaza como para Israel, el firmamento seguirá poblado de gemidos y lamentaciones, la memoria de sus habitantes seguirá reproduciendo en sus mentes todas las calamidades y tragedias que se han desarrollado sobre el escenario del tiempo.
Si continúa el terror de la guerra en tan ensangrentada región, las llamas devastadoras seguirán abrasando a sus habitantes, noches lúgubres y aterradoras sumirán la belleza de la vida como un sudario de cenizas.
En los desolados y desérticos campos de la Franja de Gaza, sus habitantes plantan las semillas de sus corazones y las riegan con sus lágrimas, pero no recogen nada más que espinas, y la PASIVA COMUNIDAD INTERNACIONAL no hace justicia ni les enseña el verdadero sendero donde no existe el hambre y la esclavitud.
Las lágrimas de Jesús el Nazareno limpian el corazón de la suciedad y del oído entre hermanos. En tan convulsionada región de medio oriente hay un despertar que desafía al sueño. Este despertar vencerá, porque la verdad, la paz y la justicia son líderes, más poderosos que los mísiles. (O)