Campana sobre campana

José Chalco Salgado  @jchalco

            Campana sobre campana y sobre campana una. Asómate a la ventana y verás a. Verás a. Verás a varios sujetos artífices de la destrucción del sistema judicial del Ecuador. Se mirará la institucionalización organizada del crimen, del irrespeto a la Constitución y la Ley; y por supuesto, a los que nunca faltan: campaneros que alertan a sus cómplices de que van a ser capturados o que ya llega, ya llega la policía.

            Se ve en el Estado una descomposición sistemática de los elementos fundamentales para la vigencia del orden constitucional. Del Estado en sí mismo.

            Pues, para que el sistema democrático y republicano funcione, se requieren actores y diseños institucionales idóneos. El Estado tiene una característica que lo define ante cualquier otra construcción social, como es el monopolio para el ejercicio de la fuerza, la potestad punitiva y la capacidad de perseguir los delitos.

            Miremos. En el Estado descansa la potestad para hacer que se cumplan sus normas, el orden y las decisiones con la consecuente sanción coercitiva en caso de incumplimiento. Cuando esta atribución falla, cuando no se persiguen los delitos y no se sanciona el incumplimiento de la Ley, con jueces y fiscales amañados, entonces, se ha perdido la característica sustancial del Estado y a la par se ha deformado el rendimiento democrático y republicano del país. Grave. Muy grave.

            El sistema judicial funcionando -debidamente- blinda la institucionalidad y permite la sostenibilidad del país; cuando éste falla, ha fallado la idea misma de Estado. No es menor que tengamos a jueces de la Corte Nacional, fiscales, policías y abogados (todos parte del sistema) operando desde la descomposición y violación al Estado Constitucional. Y otros, como campana sobre campana, inobservando los dispuesto en el artículo 180 del Código Penal que sanciona dar información restringida de una investigación fiscal.

            Lo que sucede en el Ecuador debe ser repudiado por todos los ecuatorianos, es indefendible lo contrario. Está en juego la vigencia misma del país. La Fiscal General combate todos los días a bandas y bandidos. Ya lo decía la anterior semana lo ridículo del juicio político para destituirla.

            Y aunque todo muestra un estrepitoso tiempo que se vive; también hay sentido de esperanza por la deseada depuración del Poder Judicial que conserve a los buenos jueces y fiscales que sí hay, pero elimine a los que atentan contra el Estado, que también hay y son muchos. (O)