En Sin ella, nada (2018), su autor, Alfredo Villegas Oromí (Buenos Aires, 1955) revela desde la catarsis existencial, un cántico -de largo aliento- dedicado y destinado a exaltar y reivindicar a una poeta vital de su patria, Alejandra Pizarnik, con la hondura de la palabra escrita, la huella íntima de la grafía, y la implicación metapoética. Su nombre habla por sí solo: Sin ella, nada.
En este poemario se percibe la búsqueda de la luz y de la identidad lírica a partir del homenaje, el recuerdo y la “promesa del lenguaje”. La vida se contrapone con la muerte como resultado irrevocable del signo personal. Precisamente, este último tópico ronda como fantasma errante ante la hostilidad de los hechos circundantes: “Porque tu muerte y mi muerte / nacerán en la palabra, / en la verdad más pura del poema”. El verbo coadyuva a la cimentación de un discurso homogéneo, en medio de una aproximación dialógica con sus coincidencia y disidencias: “[…] el verbo / es un acertijo / que rompe la penumbra de los pájaros”. Es la plegaria que emana sin artificios de la boca del desdichado, en textos diáfanos de plena concreción. Es un rompecabezas que devela la profusa interpretación del sinsentido de la supervivencia humana. Sin embargo, la esperanza reaparece como señal de futuro.
Pizarnik se encuentra de cuerpo entero en esta extensa (y a la vez fragmentada) pieza literaria que contiene heridas que subvierten la indiferencia del lector/a, ante el afán de esculpir “el hueso del poema”. La “voz sedienta” de Alfredo Villegas encuentra un amplio manantial para saciar aquellas ansias de alimento espiritual a través de la indagación incesante de la palabra perfecta, no exenta de incertidumbre. Él es un devoto clandestino de la fatalidad que deviene en ciertos iluminados/as, haciendo suyo el dolor ajeno: “Me he partido en mil pedazos / como animal sin nombre”. Ante la lógica, el autor contrapone la emoción en la escritura, porque sabe que la verdadera poesía debe estar arropada de autenticidad: “y el poema / tirita sin sentido / boyando como un náufrago a su suerte”. Algo así, como los últimos versos delineados por Pizarnik, previo a su determinación fatal: “no quiero ir/ nada más/ que hasta el fondo”.
Sin ella, nada, obtuvo en el 2017, el Premio Nacional de Literatura, otorgado por el Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay. (O)