En una de mis entregas a este Diario, un entusiasta lector me alegaba que el periodismo daba cabida y hablaba de los mismos de siempre, muchos pertenecientes a la rancia política o la aristocracia que buscan mantenerse en la palestra, no importa si con vacunadores para ser acreedores de reconocimientos, acuerdos, pergaminos, preseas y más donativos para el cebe de su vanidad, mientras cientos de verdaderos actores de la sociedad pasan desapercibidos o, en pocos casos, reconocidos post mortem.
En cada pueblo hay personas que han dado lustre a su querencia por su esfuerzo y talento. El Sígsig ha contado con valores desde su fundación con los célebres Cacique Duma y Don Carlos y luego con dotados en arte, música, pintura, artesanía, deporte, magisterio, historia, periodismo, ciencia, aviación, paracaidismo… Por la coyuntura quiero hablar sobre esta última actividad, para en otra referirme a los primeros aviadores de este cantón: Juan Antonio Tenesaca L. y Luis Mario Pesántez T. de las FFAA y privado, respectivamente.
En las primeras décadas del siglo pasado en este cantón sólo se podía trabajar en agricultura y algo en minería, por eso se inició la emigración a Venezuela, Canadá y los EEUU. Algunos intrépidos salieron de sus aldeas con alforjas vacías de sustento, pero atiborradas de voluntad y dignidad, en busca de mejores horizontes. Entre ellos los hermanos Cobos Ávila, Florencio y Celso, nacidos en el caserío de Gutún en donde tuvieron su primera educadora Mercedes Torres Villavicencio, en la escuelita unidocente Antonio Moreno y Ortiz, a quien la admiraron y reverenciaron hasta su muerte y la de ellos.
Llegaron a ser pioneros del paracaidismo en el Ecuador: Florencio, el mayor, fue becado a Panamá, Brasil y los EEUU., falleció en 2018 y fue sepultado con todos los honores en Latacunga, en el Cementerio de los Héroes. Su hermano Celso Rodomiro luego de jubilarse se trasladó a esta ciudad, en donde se puso un centro deportivo, con preferencia para el ecuavoley, deporte de su preferencia, bautizándolo como Complejo Gutún, en honor a su lugar de nacimiento.
El” Sargento”, como se lo conocía, dio su último salto el sábado 9 de los corrientes, a los 92 años, esta vez a la eternidad a encontrarse con su colega-hermano, sus padres y su maestra. Fue despedido con honores militares al son de la trompeta que entonó el “Toque del silencio”, mientras su esposa recibía la bandera y boina, insignias del militar. (O)