“Para ser buen periodista primero hay que ser buena persona” La famosa frase de Rysard Kapuściński, considerado uno de los grandes maestros del periodismo, explica cómo la empatía, el humanismo y la consideración por el otro forjan profesionales del periodismo exitosos. Kapuściński manifiesta que un periodista necesita cultivar sus fuentes, y para ello debe mostrarse genuinamente preocupado por sus problemas y necesidades, esto lo vuelve una buena persona y con ello la fuente le depositará su confianza. Una mala persona, por el contrario, no tiene fuentes y por lo tanto no podrá ejercer adecuadamente el periodismo.
Hoy es de acceso público la conversación entre un periodista y su fuente y los tratos cercanos de esa relación. Los hechos han indignado a más de uno precisamente porque se trata de un medio de comunicación que ha tentado los extremos de la profesión. El portal periodístico involucrado depende en buena medida de los clicks que recibe, razón por la cual provoca polémica y en más de una ocasión la noticia producida ha vuelto protagonista al mensajero.
Hay una legítima preocupación de la audiencia sobre las prácticas periodísticas de ciertos medios, sus posibles involucramientos con el poder político y el uso de encuadres periodísticos a partir de agendas políticas. Sin embargo, más allá de las rasgadas vestiduras y cuasi inmolaciones en nombre de la ética, Norero es una legítima fuente periodística, y para cultivarla no se le puede escribir de un modo que genere desconfianza. En el proceso de esa relación, tampoco se puede poner en riesgo a otros. Sin embargo no es ilegal contactar una fuente periodística que se requiere para contrastar información, así esta se encuentre en la cárcel.
Por supuesto, la extorsión, el abuso de la agenda mediática a partir de intereses personales, son elementos de preocupación y crítica por la relación con el poder y su efecto en la opinión pública y condiciona la evaluación que ahora se hace del medio de comunicación involucrado en los chats. Pero no exime lo obvio, hay fuentes periodísticas legítimas tras las rejas, y no se accede a ellas con amenazas de juicios, sino con whatsapp, grabadora, papel y lápiz. (O)