Entre la Navidad y el Fin de Año se combinan cual recetas de cocina familiar varias emociones; el dar y recibir “presentes” hacen que chicos y grandes seamos uno solo; entre tanto, al paladar se le consciente como nunca, manjares de dulce y sal, fríos o calientes, con sabores, colores y aromas que hacen una perfecta Navidad.
Los cánticos que nos envuelven en la magia de sus letras y sonidos de paz pasan a ser luego de algunas horas música de advenimiento para un nuevo año que, como en años anteriores, hay nuevas promesas e intenciones, reproches y agradecimientos… Lo cierto es que, en el momento preciso de la cuenta regresiva, justo cuando el cuete suena y los niños piden que les enciendan las estrellitas navideñas marca torero, el mundo manifiesta con fervor.
Estas festividades bastante cercanas nos permiten reencontrarnos con la familia, con amigos e incluso con nosotros mismos. Las distancias se acortan y el tiempo se apresura porque todos, en el lugar que nos hallemos, lo que más deseamos es abrazar a quien está ahí, abrazo que te sale del alma y que por alguna razón te enternece como nunca, esa es la magia de la compañía ideal y el verdadero sentido de una fiesta familiar.
A días de terminar un año complejo, especialmente a nivel de estado, el 2023 ha sido otro año más de vida, de aprendizajes, de miedos y de esperanza; y, este 2024 será así mismo, un año más para vivir, para aprender, para recibir nuevos miedos y para llenarnos otra vez de esperanza… La vida es cíclica, la vida es así, la vida es como los “presentes”, es dar y recibir.
Feliz año nuevo para mis seres amados y para el mundo. (O)