Nos pasamos más de tres meses sin lluvias, soportando temperaturas extremas nunca antes experimentadas en la Sierra, en algunos casos hasta con racionamientos del servicio de agua potable; y, lo peor, con cortes de energía eléctrica.
Ha comenzado a llover. Una buena noticia. Se recupera la capacidad de los embalses de las centrales hidroeléctricas y, por consiguiente, la generación de energía.
Sin embargo, y así resulte paradójico, empiezan los primeros estragos en las vías intraprovinciales.
Una de ellas es la Cuenca-Girón-Pasaje, la más deteriorada, afectada por fallas geológicas, causantes de hundimientos de magnitud; y, para rematar este cuadro hasta cierto punto, desolador, sin mantenimiento, sin mayor señalética, y sin ocupar siquiera una línea dentro del plan vial, supuestamente, elaborado, o en proceso, del Ministerio de Transporte y Obras Públicas.
Este miércoles se produjo otro deslizamiento en el sector El Pindo, cantón Pucará. En 2022, como en años anteriores, ocurrieron muchos fenómenos similares en esos tramos de la vía.
Reparar uno de ellos demoró varias semanas. La comunicación terrestre entre Cuenca y El Oro se hizo por La Troncal o por la Cuenca-Molleturo-Puerto Inca.
Incluso comunidades afectadas, cansadas de esperar, se decidieron a construir una trocha para facilitar el tráfico vehicular.
Aún están frescos esos y otros acontecimientos desagradables a lo largo de la mentada vía, debiendo anotarse el hundimiento a pocos metros del ingreso a Santa Isabel y los localizados a partir de Girón hasta la parroquia Abdón Calderón (La Unión).
Es una incógnita la fuerza del invierno producto del fenómeno de El Niño. Si sólo con las primeras lluvias esa vía es una “coladera”, es predecible su empeoramiento al hacerse más intensas.
No será suficiente el aporte del GAD Provincial y de otros Municipios, gracias a un convenio con el MTOP para, cuando menos, atenuar los derrumbes y otras calamidades.