Quizás les ha sucedido que llega un momento en sus vidas en que se sienten atascados en el que no pueden avanzar o retroceder. Como un barco sin brújula en medio del vasto mar, donde todo está quedo y en silencio y visos de temor se vislumbran a leguas de distancia. ¿Qué hacemos ante esta sensación desoladora?
Lejos de llenar este espacio con distracciones materiales, como si con ellas pudiéramos trazar un derrotero, deberíamos tomarnos un momento y crear un espacio adecuado para cuando todo se empiece a mover otra vez y lleguen cosas nuevas, estas puedan acomodarse.
Sin un espacio limpio y despejado cualquier cosa que queramos incorporar a nuestra vida, simplemente, no encajaría. Todo llega y todo se va. La vida es un constante ir y venir de cosas, situaciones y personas. Para mejorar nuestro vivir es indispensable limpiar la mente, el corazón y el espacio físico que nos rodea. En el plano de las emociones hay que dejar ir lo que nos impide crecer como seres humanos, lo que nos ocasiona sufrimiento y ya no nos aporta nada.
En el plano físico es primordial hacer una limpieza prolija, regalando o reciclando objetos y dándonos cuenta de nuestra reacción cada vez que dejamos ir algo, aunque sea cositas pequeñas. Sin duda, este proceso de soltar es un acto liberador tanto mental, como físico y energético.
La limpieza física va a la par de la limpieza mental. Guardamos en nuestra mente creencias del pasado y pensamientos que más generan ruido que paz y que, de alguna manera, nos impiden seguir livianos por la vida. Vaciemos nuestro cerebro de toda la basura vetusta que no es más que lastre. También es importante disminuir la entrada de elementos tóxicos como escuchar noticieros alarmantes o música que exalta los sentidos, y en su lugar, leer escritos positivos o contemplar paisajes que nos transmitan paz y tranquilidad. Así contrarrestamos lo negativo que nos invade a diario.
Expresar lo que sentimos y pensamos nos ayuda también a tranquilizarnos. La acumulación de toxinas a nivel emocional origina problemas crónicos que obligan a nuestro cuerpo a vivir en un estado de descontento o desequilibrio. La risa también forma parte de los procesos de una limpia. Una buena carcajada dispersa la tristeza, seca las lágrimas, distiende y relaja el diafragma y el cuerpo entero. Pero, sobre todo, nos nutre de buena energía.
En vista de que el fin de año está ad portas, por qué no auscultamos los recodos de nuestra vida que necesitan de una limpia. Viajemos al 2023, ligeros de equipaje.
Feliz Año Nuevo (O)