Mañana, cuando quememos el año viejo, invoquemos el poder purificador, de cambio y esperanza que tiene el fuego.
Deseemos que se quemen los corruptos de todas las calañas: jueces, abogados, fiscales, magistrados, expresidente convertido en campana, prófugos y huéspedes que nos han robado, ex ministros, cuñados, alcaldes, prefectos, policías, militares, empresarios, mafiosos y delincuentes, todos, toditos, todos.
Que se quemen las vendas que cubren los ojos de gente de bien que no quiere ver lo evidente; las armas con las que nos atacan; las drogas que han permeado todos los estratos de la sociedad; los contrabandistas y los narcotraficantes; los malos servidores; los “vacunadores”; los sinvergüenzas, los malos gobernantes nacionales y locales que se regodean en la inoperancia y la desidia; la impunidad.
Que el fuego limpiador, arrase con el cáncer de la corrupción, para que con los honestos el Ecuador resurja de las cenizas…, aún no es tarde.
Que el 2024 sea un año de limpieza y sanación. (O)
