Para 2024

Jorge L. Durán F.

Que la paloma de la paz vuelva a volar por Medio Oriente. En Ucrania y en Rusia, y en todos aquellos lugares donde la guerra desangra el corazón humano.

Qué déspotas y dictadores que se apoltronan en el poder para siempre encuentren la puerta de salida y se las abra otra, pero en el lugar donde paguen caro por sus latrocinios, traiciones, persecuciones y muerte.

Que los cientos de miles de seres humanos que emprendieron su diáspora encuentren cobijo, alar, solidaridad, comida y oportunidades en el lugar donde lleguen, y donde lleguen sientan esperanza, aquella esperanza que les fue negada o arrebatada en el lugar donde nacieron.

Que el planeta tierra, que es apenas un puntito en el Universo infinito, se regenere, siempre y cuando la mano depredadora del hombre no continúe contaminando sus océanos, su atmósfera, sus subsuelos, sus montañas, sus ríos, sus sabanas, sus selvas, su fauna…

Que la tecnología, por más necesaria que sea, no mine la esencia del ser humano, convirtiéndolo en robot, en un ente que apenas respira; reemplazándolo hasta para tener ciertos sentimientos, pensado por él inclusive, manejándolo, haciéndole sentir sin alma ni siquiera para entender de que está vivo.

Que casa adentro retorne la decencia política, la capacidad de sentir vergüenza cuando se obra mal, aun sabiendo que es para perjudicar a otros, al país, a sí mismo y a la propia familia.

Que el prefijo narco no sirva para añadir a toda actividad, como ocurrió en 2023, cuando casi todo se convirtió en narcoestado, narcopoder, narcopolítica, narcojusticia, narcogeneral, narcopuertos, narcopistas, narcoasambleísta, y uno que otro narcoalcalde.

Que vuelva la paz, el trabajo honrado, la transparencia; el compromiso sincero pero oportuno para darle guerra a la pobreza, a la falta de trabajo, a la carencia de obra pública, de dotación de servicios básicos para todos, a la poco o casi nula atención a la salud de la gente, de la gente que ni siquiera tiene para comprar ibuprofeno.

Que alguien, con liderazgo, con la fuerza de la ley, que sume y no divida, se faje para que vuelva la seguridad, esa seguridad ahora dinamitada por bandas criminales dedicadas al narcoctráfico, que asesinan a diario, que “vacunan” hasta a quien vende bolones en una esquina, que reclutan a niños y jóvenes pobres para sus fines perversos.

Que el operativo Metástasis arrastre por las alcantarillas a todos los involucrados, anteponiendo que si eso no ocurre, no habrá valido la pena investigarlo, ejecutarlo y judicializarlo.

No es mucho pedir eso para 2024. ¿O no es así? (O)