No, no voy a hablar de las 11 preguntas de la consulta popular. Tampoco de la necesidad de leer los anexos antes de comenzar a opinar sobre las preguntas, que debería ser condición indispensable. Voy a hablar sobre la razón de la Consulta. Algunos dirán que es por mejorar las condiciones de seguridad, otros por la depuración de ciertas instituciones y hay quienes sigan pensando que será para promover condiciones favorables en producción y empleo. No. Las consultas populares, en su mayoría son espacios de legitimación popular en el contexto de la tradicional estrategia de campaña permanente.
Esta idea de recurrir a técnicas clásicas del proceso electoral a pesar de estar ya en funciones no es novedad. En la academia se estudian técnicas de comunicación política bajo esta categoría desde la década de los 80; posteriormente, con la presidencia de Clinton la necesidad de conseguir el apoyo popular se hizo evidente en el uso recurrente de encuestas de opinión, en las estrategias propagandísticas de comunicación política o en la apelación directa al votante para hacer presión política.
Muchos cambios pueden gestionarse desde los espacios de deliberación de la Asamblea Nacional. Las 11 preguntas (que plantean principalmente reformas al COIP y a la Ley de Extensión de Dominio) son manejables en el hemiciclo legislativo, pero el gobierno ecuatoriano prefiere emplear la vieja táctica de apelar al pueblo y así fortalecer su popularidad. Noboa sabe que mientras sus números estén sobre el 60 % de aprobación tiene opciones de conseguir una nueva victoria y capitalizar políticamente el apoyo que reciba de la población. Un esfuerzo que lo asumen “rentable” a pesar de los costos operativos del proceso electoral que oscilan entre 20 y 50 millones de dólares.
La campaña permanente encontró en Ecuador el mejor espacio de crecimiento, no solo por los recursos comunicacionales, sino porque como sociedad se sigue pensando, lamentablemente, que la vía electoral es la única salida para el país. (O)