Según la FAO, la seguridad alimentaria “se da cuando todas las personas tienen acceso físico, social y económico permanente a alimentos seguros, nutritivos y en cantidad suficiente para satisfacer sus requerimientos…”.
Referirse a “alimentos seguros”, independientemente de si son naturales o procesados, en el caso actual del Ecuador hay dudas. No sólo eso, también preocupación colectiva.
La Arcsa no tiene capacidad para supervisar 47 mil productos alimenticios, de los cuales 926 contienen canela en polvo y son monitoreados por contaminación con metales pesados, entre ellos, el plomo, un cancerígeno en potencia.
La alerta vino de EE. UU., donde muchos niños se intoxicaron por consumir compotas elaboradas en el Ecuador y uno de cuyos componentes es la canela en polvo.
Lo confirmó luego el Centro de Estudios Ambientales y Químicos de la Pontifica Universidad Católica, al encontrar plomo en dos marcas de salsas de tomate, una de salsa BBQ y una de canela en polvo.
Quienes convierten en polvo la canela estarían haciéndolo con partículas de plomo, a fin de ganar más en peso, y, por consiguiente, obtener más ganancias a costa de la salud de los consumidores.
De aquellos 926 productos con riesgo de estar contaminados, se han tomado muestras de 72 por estar en categoría de máximo peligro. En pocos días se conocerán los resultados.
Hasta ahora los productos confirmados son la premezcla para preparar conos sabor a vainilla de la marca Bakels y la morcilla tipo 1 de la marca Embutidos Oro.
Pero entre los consumidores surge la pregunta: ¿Y los demás?
Según el ministro de Salud, Franklin Encalada, Arcsa no está en capacidad de monitorear 47 mil productos alimenticios. Tampoco tiene laboratorios para, por sí misma, hacer la evaluación de la canela con plomo. Apenas tiene dos. Se pedirá el apoyo a las universidades.
Un problema complejo. La salud de la población no encaja con la ambición económica de cierta industria alimenticia.
