La preservación del medio ambiente nunca fue tan importante como lo es hoy. Así lo expresa Juan Carlos Granda, gerente administrativo de ‘Disecoarvol’, un emprendimiento que aplica un modelo de economía circular y busca formas de reducir la huella de carbono.
Sus líneas de negocio incluyen la producción de ecoladrillo, poli aluminio y abonos ecológicos, pero su producto estrella es la “madera plástica”. En la cadena productiva utilizan material reciclado y aprovechan los residuos tanto urbanos como de la industria.
La empresa fue fundada en 2017 por el cañarense Heriberto Morocho, quien se propuso aprovechar el plástico como un sustituto de la madera y evitar que estos residuos terminen en los rellenos sanitarios, en ríos, quebradas u océanos.
Menos desechos para los rellenos sanitarios
Según un análisis efectuado por la compañía, en el año 2023 se evitó que cerca de 50 mil toneladas de desechos urbanos e industriales vayan a los rellenos sanitarios.
“La ‘madera plástica’ es una alternativa a la madera tradicional, reduce la tala de árboles. Está compuesta por plástico reciclado, estéticamente se ve igual que la madera habitual, su vida útil es más larga, es resistente y tiene múltiples usos, desde mobiliario hasta construcciones”, explicó Granda.
Lo complejo del proyecto fue hacer las mezclas para conseguir la consistencia, el nivel de resistencia y eliminar el olor característico del plástico hasta lograr un producto estético y comercializable.
La empresa inició con un capital de 100 mil dólares, recursos destinados a maquinaria y la búsqueda de procesos para recolectar la materia prima. En ese sentido, aplican la simbiosis industrial, es decir, entre las empresas intercambian residuos o subproductos para utilizarlos como insumos.
La tecnología y maquinaria para la elaboración de los productos, que se incluyen en el portafolio de ‘Disecoarvol’, fue traída desde Brasil.
Ventas en el 2023
Las ventas de la empresa alcanzaron los 300 mil dólares en 2023 y para este 2024, se ha proyectado un incremento de, al menos, un 30 %.
“La aspiración para este año es grande. La meta es llegar al medio millón de dólares. Buscamos mostrar cómo se mueve este mercado con el uso efectivo de recursos y, sobre todo, promover la conciencia ambiental ante eventos climáticos que se han dado como la sequía”, indicó Granda.
La «madera plástica» se utiliza para fabricar mobiliario, camineras, muebles para exteriores, postes, cercas, separaciones de tuberías y otros productos en los que habitualmente se emplea madera.
Un poste de «madera plástica» para cerramiento puede costar 14 dólares. “La expectativa de vida útil es de más de 100 años, versus un poste de cemento, que por las condiciones climáticas se degrada y se daña y puede durar entre 10 y 20 años”, indicó Granda.
Estructuras de «madera plástica» en Cuenca
En Cuenca, ‘Disecoarvol’ ha instalado mobiliario de «madera plástica» en haciendas, fincas y en el Parque de las Mascotas; así como planchas de poli aluminio a manera de elementos decorativos en la fachada y en los exteriores de la Biblioteca de la Universidad de Cuenca.
También en la laguna La Toreadora en el Parque Nacional Cajas se colocó un muelle hecho con «madera plástica».
En parques e instituciones de ciudades como Loja, Latacunga y Quito también se ha instalado mobiliario de este material.
Este emprendimiento, actualmente, emplea a 10 personas de forma directa. Sin embargo, genera 300 empleos indirectos, a lo que se suman los aliados de la simbiosis industrial que generan alrededor 2.000 plazas de trabajo.
“Es un modelo de negocio productivo. Este 2024 esperamos seguir creciendo y de esta manera seguir abriendo plazas de empleo”, concluyó Granda. (PNH)-(I)
DATOS
- La firma ‘Disecoarvol’ tiene plantas de procesamiento en Cuenca con asociados en Loja, Latacunga y Quito. Comenzaron la actividad en el año 2017.
- Entre sus proyectos está promover la colocación de escalinatas de «madera plástica» en distintos lugares y parques donde se pueden reemplazar la madera habitual.