Del anuncio de un nuevo sistema penitenciario, de la segmentación y redistribución de PPL por grado de peligrosidad, de las cárceles flotantes a la eliminación de la tabla para el porte no penalizado de drogas y del estado de excepción (que, en tiempos del condoliente, sabía más a un guárdense hasta que pase, porque Estado no hay), a la declaración de un estado de conflicto armado interno y la disposición a las fuerzas armadas para salir y neutralizar la amenaza.
El enfrentamiento armado prolongado entre fuerzas gubernamentales y fuerzas irregulares es lo que el Derecho Internacional Humanitario define como conflicto armado interno, el decreto presidencial implica el reconocimiento de la necesidad de una intervención militar a gran escala para recuperar el orden público y la paz social; pero ¿a qué precio?
El decreto dispone a las fuerzas armadas neutralizar la amenaza al orden público, representada por los grupos irregulares a los que el presidente reconoce como terroristas, neutralizar entendido como hacer uso progresivo de la fuerza, llegando, inclusive, a usar fuerza letal para localizar, capturar y rendir al enemigo.
¿Cómo llegamos aquí?
La verdad no lo sé, me lo sigo preguntando, hace tan poco todo parecía ir viento en popa, teníamos un crecimiento económico sostenido, así como un sostenido proceso de reducción de la pobreza y la pobreza extrema, llegamos a ser uno de los países más seguros en la región; Cuenca, esta Cuenca, nuestra Cuenca fue declarada como la mejor ciudad del mundo, si del mundo mundial, para jubilados…
Nadie quiere una matanza, nadie quiere la paz sembrada a bala y cultivada con la sangre, queremos, necesitamos, demandamos paz y seguridad, un listón negro cobija la bandera y conciencia del tiempo en que dejamos que la violencia sea la plataforma en que recorremos la historia, recordemos las palabras del Mahatma ¡no hay camino hacia la paz, ella es el camino! (O)