El miércoles pasado, más o menos al medio día, todos volamos a las casas. Vivíamos un capítulo más de nuestra narco novela ecuatoriana. Así es. Veíamos como coches bomba estallaban, disturbios en las cárceles, atracos en las tiendas, cruces de balas y el sorprendente asalto de un grupo delincuencial en los estudios de TC Televisión. Los amenazaron con volarles la cabeza y los envolvieron con tacos de dinamita. ¡Estábamos atravesando un caos!
Todo el mundo huía despavorido, pero siempre hay un patrón común cuando el gobierno nos manda a guardar en las caletas. La gente se abalanza a los centros comerciales, bazares, centrales de abarrotes, las tiendas de las vecis, y se llevan todo el papel higiénico. ¿Alguien me puede dar la razón de este comportamiento ciudadano?
Las perchas quedan vacías. Barren con todo. Desde los triple hoja, esos que dan comodidad en cada pasada, hasta los más ásperos, los tipo lija. Me pregunto: ¿Para qué se llevan tanto papel? ¿Cuál es el objetivo?
Será que los usan para secar las lágrimas de los ahora catalogados como terroristas. Esos que chillan cuando los coshcos les dan un poco de paloterapia. Claman piedad para que no les amansen. Pero eso sí, al matar y mostrar sus armas por redes sociales sonríen de oreja a oreja. Hasta canción propia han tenido estos angelitos. Suéltala maestro: andamos rulay en el maquinón, eso no lo pueden negar, 100 % los tiguerón, siempre con la Glock… Vean nada esa “maravilla”.
Pero si hacemos una lecturita más profunda, esas novelitas de los narcos, que son muy promocionadas por los canales nacionales, se han convertido en un estilo de vida aspiracional para los delincuentes. Les gusta pasar en fiestas acompañados de damitas, con polvos mágicos, lanzando los billetes al aire, celebrando el aterrizaje de una avioneta llena de merca o tirar bala para amedrentar a los demás.
En fin. Esperemos que esta pesadilla se termine pronto y que alguien me dé respuesta al misterio del papel higiénico. (O)