Instrumento de la Historia

Edgar Pesántez Torres

Enero tiene dos fechas significativas del periodismo para celebrar: “Primicias de la cultura de Quito” pionero en la historia de la prensa del Ecuador, publicado el 5 de ENERO de 1792 por Eugenio de Santa Cruz y Espejo (1747-1797), que no estuvo destinado a dar noticias y publicidad como fue el arranque de esta actividad en el mundo, sino más bien fueron textos de opinión consignados a fomentar los intereses de la comunidad y divulgar tesis ideológicas a través de ensayos y discursos.  En cambio, el “Eco del Asuay” circuló por primera vez el 13 de ENERO de 1828, fundado y dirigido por Fray Vicente Solano (1791-1865), que tuvo como objetivo “acostumbrar a los pueblos a que escuchen la imperiosa voz de la razón”, de ahí que el primer ejemplar vino con el epígrafe: “No basta decir a los ciudadanos: sed buenos; es necesario enseñarlos a serlo”.

A contracorriente de los más que dicen que el periodismo debe ser neutral, apolítico, independiente, imparcial o algo parecido, creo que es insalvable que se dé al interlocutor una determinada orientación subjetiva. Esta alineación encaminada, sea por quienes producen el texto o por los que la publican, no está exenta de influencias sociales, psicológicas, ideológicas, educativas, religiosas… inherentes a cualquier persona. De hecho, con el aporte de grandes plumas, esta actividad fue y será uno de mejores instrumentos de la historia, sea cualquiera el punto de vista desde el cual se la quiera estudiar. Por ello que el periodista debe esforzarse por llegar a la excelencia y estar a la altura de los hombres y de sus problemas, más aún en estos tiempos en donde los conflictos se han profundizado, lastimosamente metastatizando a algunos bos-canes como vacunadores.  

Con esta ocasión reitero mi convencimiento de que el mejor ambiente para la prensa es un gobierno democrático, en donde la prensa exige un margen adecuado de libertad para sus labores, para el acceso a las fuentes de las noticias y a su publicación. Lo contrario ha sucedido y pasa en naciones de regímenes totalitarios como el nazismo, fascismo, comunismo o las pseudodemocracias, en donde los órganos periodísticos se han trocado en simples instrumentos de propaganda y difusión del ideario que los respectivos gobernantes disponen en la materia, lo que ha hecho que el hombre común y corriente se haya visto constreñido a pensar, a creer y aun a sentir según lo que los gobernantes totalitarios han dispuesto al respecto. (O)