Pese a que el origen de los naipes sigue siendo un misterio, es muy probable que lo encontremos en la China del siglo XIV donde los usaban para predecir el futuro. Los chinos identificaban los cuatro palos de la baraja con los cuatro elementos de la naturaleza: aire, tierra, fuego y agua. Sea como fuere, el protagonista de esta historia murió en 1916 cuando ya se había convertido en el rey Midas de las cartas, tal como las conocemos hoy en día. Su nombre era Heraclio Fournier. Su abuelo fue un impresor francés. El éxito de su negocio de litografías lo llevó a fundar una compañía para producir naipes. Un profesor de la Escuela de Artes y un pintor reconocido se encargaron del diseño de una baraja de cartas que fue el preludio de los actuales naipes españoles.
En 1880, Heraclio lanzó al mercado un tipo de naipe de una sola cara recubierto con un barniz amarillento. En 1887 cumplió su sueño al crear las barajas litográficas de doce colores. Fournier consiguió varios premios españoles -radicaba en España- e internacionales en diseño y técnica de impresión. En 1889 obtuvo un premio por el diseño de naipes en París. Tras su muerte, la empresa, en manos de su nieto Félix, siguió cosechando éxitos. En 1948 “Naipes Heraclio Fournier” se convirtió en un líder absoluto del mercado español. Para responder a la creciente demanda la compañía se trasladó a una planta mucho más amplia en la que se introdujeron los últimos avances tecnológicos de la época, consolidándose internacionalmente. La calidad de sus naipes era tal, que se volvió en la empresa proveedora oficial de diversas casas reales en todo el mundo.
En 1986, la marca Hercalio Fournier fue adquirida por la US Playing Card Company (USPC) y entró a formar parte de un conglomerado de empresas compuesto por otras marcas de naipes como Bee y KEM. El 31 de diciembre del 2019, Cartamundi, una empresa belga, compró la USPC y Naipes Heraclio Fournier.
Esta última produce más de 15.000 barajas diariamente que se reparten en más de setenta países. La firma es proveedora homologada de salas de juego y fabrica barajas, para casinos, tanto de papel como de plástico. La empresa tiene un búnker donde almacena las cartas destinadas a las casas de juego del que sólo dos personas conocen la combinación. Unos refranes rezan: “El sesudo y el necio se descubren en el juego” y, “El tahúr canta cuando las cartas le cantan. Y cuando no, rabia”. Si quieren descubrir el carácter de una persona, jueguen con ella una partida de naipes. (O)