La Huerta, el proyecto con el que la Universidad de Cuenca impulsa la soberanía alimentaria

Cada parcela pertenece a un grupo de personas que desde octubre ha estado aprendiendo sobre cómo cuidar la tierra, las plantas y el agua. Xavier Caivinagua

Lo que empezó como una idea de soberanía alimentaria se cristalizó en una huerta en donde, a diario, confluyen las actividades comunitarias y multidisciplinarias, se intercambian saberes y se aprende, principalmente, sobre cómo “criar a una planta”.

Así es “La Huerta”, un proyecto de la Universidad de Cuenca que se emplaza en el campus Balzay. El espacio surgió con el objetivo de brindar un lugar en donde funcionen distintas escuelas de la agricultura alternativa.

Con el apoyo de la Dirección de Vinculación con la Sociedad, el proyecto se conectó con miembros de la comunidad educativa de la institución cuencana y con distintas personas (entre niños, jóvenes y adultos) para brindarles una parcela de 13 metros cuadrados en la que se ha sembrado una serie de alimentos.

“La idea es que a través de la sostenibilidad generar soberanía alimentaria. Entonces vinieron compañeros de arquitectura, de ingeniería, a modelar, bajo nuestras percepciones de agricultura andina, cómo es que tendríamos un espacio armónico para la crianza de plantas”, explicó Andrés Arciniegas, coordinador académico del proyecto La Huerta.

Para Andrés, el sitio de 1500 metros cuadrados sirve justamente para lo que él llama criar plantas. Porque en la huerta, con el apoyo técnico y con la visión de la sostenibilidad, quienes participan en el proyecto aprenden sobre cómo sembrar los alimentos, cómo cuidarlos, cómo cosecharlos; sobre cómo cuidar el suelo y el agua.

Las respuestas a esas preguntas son precisamente la base fundamental para que las personas entiendan de la importancia y sacrifico que hay detrás de la agricultura andina.

Participación

En la huerta hay 90 camas de cultivo, cada una de 13 metros cuadrados. Los espacios se adjudicaron a aquellas personas que se inscribieron en el proyecto y que, sobre todo, se comprometieron a aprender y sembrar distintos alimentos en ellos.

Entre los participantes está Ligia Larrea, una docente jubilada que, cuando se enteró de la huerta, no dudó en inscribirse. Ella, en su época como maestra, había estado relacionada con los huertos escolares.

Sin embargo, cuando se adentró a la huerta de la Universidad de Cuenca y tuvo contacto con sus ideadores, con los técnicos y con los participantes, cayó en la cuenta que todo era completamente distinto.

“Es muy creativo, muy motivante. Creativo porque uno va aprendiendo y desarrollando, nos lleva a investigar, a preguntar. Nos fortalece la relación con el otro. Lo fascinante de la huerta es comer lo que uno produce. Uno come con una alegría, con una emoción que no cabe”, dijo Ligia a El Mercurio.

Un encuentro comunitario

Para compartir los saberes y las técnicas, el primer sábado de cada mes hay un encuentro entre todos aquellos que tienen una parcela. A través de charlas, talleres o ejemplos, personas de todas las edades aprenden a cómo sembrar, a cómo cuidar la tierra, las plantas.

Además de las enseñanzas se hace un seguimiento en cada parcela para conocer qué debe mejorarse. De ese trabajo está a cargo Tania Guzmán, técnica de La Huerta.

“Lo que acá hacemos es coordinar para que aprendan cómo sembrar. La mayoría, por no decir todas las personas, no conocen cómo sembrar, ni las labores culturales como tal. Pero es poco a poco, es un caminar en el que aprenden”, explicó Tania.

Con todo ese proceso se espera que un momento dado lo que se hace en la huerta de la Universidad de Cuenca pueda replicarse en huertos urbanos o en otros espacios públicos para que cada vez más personas conozcan de la soberanía alimentaria.

Cómo participar en el proyecto

Si bien actualmente todas las 90 parcelas están ocupadas, la Universidad de Cuenca recibe la inscripción de las personas que quieran tener un espacio en la huerta. Para registrar e ingresar a una lista de espera, los interesados deben contactarse a través de las redes sociales de la Dirección de Vinculación con la Sociedad de la institución educativa.

Una vez que se contactan deberán llenar un formulario y comprometerse a una serie de obligaciones que deben llevarse a cabo para contar con el espacio dentro de la huerta de la universidad. (I)