Sí, en verdad, los ecuatorianos nos encontramos cada vez más confundidos con los acontecimientos que se dan en la función judicial, en efecto, creemos que la mayoría de los ecuatorianos nos quedamos tan solo en el ver, oír y callar, porque algunos protagonistas judiciales nos desorientan y más bien inducen a pensar que hay un juego de intereses personales o sectoriales más que colectivos.
Verbigracia de lo mencionado: no se puede elegir al nuevo Presidente de la Corte Suprema de Justicia, a sabiendas que el actual fenece en su cargo el próximo 5 de febrero; porque luego de varias reuniones no sale el “humo blanco”, antes, por el contrario, 3 candidatos al inicio y ahora solo 2 no ceden posiciones y más bien se empantana el proceso de elección, existiendo una pugna, sin respeto alguno por un pueblo que se encuentra en estado de excepción, en una guerra interna. A lo anterior súmese que el famoso Consejo de la Judicatura, declara en emergencia el proceso de designación de conjueces temporales de la Corte Nacional de Justicia, dice que para garantizar la continuidad del servicio judicial a la ciudadanía, sin olvidar que su anterior presidente está preso.
Estas informaciones confunden más la situación de la justicia ecuatoriana que tanto ha dado y sigue dando que hablar, pero en negativo, por las tristes y aberrantes acciones de muchos de sus funcionarios (no todos), que han perdido la “sangre en la cara” y son responsables del desorden y tanta injusticia en el país, y el por qué tantos cleptómanos, mitómanos y delincuentes que salen libres y circulan campantes por el territorio ecuatoriano.
Siendo realistas, debemos manifestar que la mayoría de los ciudadanos andamos confundidos en lo referente a las funciones de cada uno de entes de justicia, tal vez por desconocimiento o por los desafueros, a pesar de que existen respetables excepciones, siendo una de ellas la Fiscalía General, que, siendo autónoma de las Función Judicial, ahora más que nunca “ha brillado” por su accionar, con el liderazgo de Diana Salazar, la “Mujer de Hierro”, en quien los ecuatorianos tienen fundadas sus esperanzas. Por el resto, embarullo y desconfianza. (O)