Urge reconstruir

David G. Samaniego Torres

Percibir que algo está dañándose es muy bueno y qué mejor cuando se lo hace a tiempo porque facilita reparar nacientes daños: es posible reconstruir una casa, por ejemplo, aprovechando materiales aún sanos, porque no todo estaba dañado.  En el caso de nuestra estructura social nacional sabemos que se han venido abajo una serie de elementos útiles para su permanencia en el tiempo. Intento visualizar lo mencionado y seleccionar elementos necesarios para restaurar nuestro tejido social:  no importa su número porque bien puede ser uno solo: la decisión de ser y de hacer el bien, todos los días, en todo minuto y circunstancia. Saber hacia dónde nos dirigimos, es ya muy importante.

Tengamos frente a nuestros ojos los versos, sencillos y diáfanos, de José Joaquín de Olmedo: “Amor de Patria comprende/ cuanto el hombre debe amar: /su Dios, sus leyes, su hogar/ y el honor que los defiende. Es un compendio de acciones, bien expresado y completo, porque incluye elementos fundamentales para poder afirmar que amamos a nuestra patria.

Entendamos que somos ecuatorianos, haciendo nuestras las urgencias nacionales, es decir, sintámonos parte de la reconstrucción moral de nuestra sociedad. Imposible tratar de llamarnos ecuatorianos y actuar de espaldas a lo mandado.

Comprender que ´obras son amores y no buenas razones’ es un mandato, una exigencia de éxito, es pasar de la promesa al cumplimiento de aquello que ofrecimos cambiar. La charlatanería cívica no existe, es un contrasentido, porque “obras son amores …”, hoy como ayer.

Sintámonos parte del problema. El desequilibrio moral y cívico que vive Ecuador no es responsabilidad de otros, de aquellos que están lejos de mi presencia, sino que debe ser nuestro problema. La debacle moral que vive nuestro país es culpa de todos nosotros; en consecuencia, concluirá cuando todos hagamos aquello prescrito para terminar con el mal. Mirar a los demás como los causantes de los males que nos aquejan y por esto no revisar comportamientos casa adentro, es parte del problema. No basta mirar a los toros de lejos, urge descender al ruedo.

Quienes elegimos, ustedes y yo, somos corresponsables de aquello que hacen los elegidos, porque nosotros los convertimos en dignatarios.  Elegir acertadamente es una obligación que se une al seguimiento de los elegidos.

“Esto no me toca.  Necesito paz en mi casa, etcétera” … son frases lesivas a las urgencias de la patria. ¡Obras son amores! (O)