La herencia de muerte y devastación que legó el nazismo, obligó a los judíos a empezar desde cero en ultramar. Como María Altmann, que escapó de las garras de la Alemania nazi para hacerse de una nueva vida en los EE.UU.
Perteneció a los Bloch-Bauer, una pudiente familia judía dueña de una colección de obras de arte de gran valor que fueron confiscadas por los alemanes. Cuando Austria fue anexionada al régimen nazi, María y su esposo huyeron del país dejando todo atrás. Nunca más volvería a ver a sus padres.
El matrimonio se afincó en Los Angeles donde ella abrió una tienda de ropa. Décadas después de terminarse la Segunda Guerra Mundial, Austria empezó un proceso de reposición de obras de arte. Esto posibilitaría a los judíos que lo solicitaran, recuperar lo que el nazismo les expolió. Pero no fue tan sencillo. María, ya viuda, decidió recobrar lo que perteneció a su parentela. La querella judicial apuntaba a un cuadro en especial, la “Dama de Oro”, de un valor incalculable. Su tía Adele y su esposo eran unos acaudalados mecenas de las artes. Gustav Klimt, artista vienés que utilizaba la técnica de pan de oro en sus cuadros, hizo dos retratos de su tía, la que a su vez era musa del pintor. Uno de ellos, la célebre “Dama de Oro” y más obras de arte pertenecientes a sus familiares, terminaron en la Galería Belvedere de Viena.
Un periodista austríaco y un joven abogado norteamericano le ayudaron a iniciar uno de los litigios más destacados de obras de arte confiscadas por el régimen nazi. En un principio el gobierno de Austria se resistió, pese a ser el que promovió estos reclamos. Consideraban a la “Dama de Oro” su Monalisa. Pero María no se rindió. Llevó a su país de origen a los tribunales de los Estados Unidos. El 16 de enero del 2006, tres jueces austríacos fallaron a su favor. El gobierno de Austria devolvería las obras a quien consideraba su legítima heredera.
Las obras recuperadas estaban valoradas en casi 300 millones de dólares. Con el dinero obtenido de la subasta de arte, María creó la fundación que lleva su nombre. Esta ayuda a varias organizaciones, entre ellas, el Museo del Holocausto de la ciudad de Los Angeles.
Casi un siglo después de la guerra, miles de obras de arte y objetos personales siguen sin retornar a sus dueños oficiales.
El caso de la “Dama de Oro” fue llevado a la pantalla grande. La fabulosa Helen Mirren es la protagonista. Los admiradores de Klimt deberían verla. Está en Youtube. (O)