Uno de los miedos más grandes que el ser humano tiene es el del fracaso, al que se evita a toda costa. Lo curioso es que el intento por evitarlo puede llevar a acciones extremas, inacción o auto negación que con frecuencia solamente retrasan el tan temido fracaso. Esta noción se alinea con lo afirmado por Abraham Maslow, quien en el contexto de su teoría de la jerarquía de las necesidades (1943), postuló que los individuos tienen una tendencia innata a evitar el fracaso y buscar la autorrealización.
En el contexto de los hábitos, James Clear (2018) plantea que esta tendencia puede manifestarse como una resistencia a iniciar un nuevo comportamiento por temor a no tener éxito, es decir, a no tomar las medidas necesarias debido a nuestro deseo de retrasar el fracaso. Todo esto a pesar de que estamos equipados para superar la inercia y cultivar hábitos que nos acerquen a nuestros objetivos; pero para eso debemos dar pasos reales, no basta con limpiar el polvo de la bicicleta, descargarnos Duolingo, o colocar un libro en el velador.
En su libro Rising Strong (2015), Brené Brown también aborda el tema del miedo al fracaso. Brown argumenta que el miedo al fracaso puede ser paralizante y puede impedir que las personas tomen riesgos y se abran a nuevas oportunidades. Sin embargo, también sugiere que el fracaso puede ser una oportunidad para aprender y crecer, y que es importante abrazar la vulnerabilidad y la incertidumbre para avanzar en la vida con una mentalidad de crecimiento.
Es crucial abordar el miedo al fracaso y tomar un enfoque proactivo hacia el cambio personal, tal vez eso nos ayude a liberarnos de la trampa de la inacción y avanzar hacia una vida más plena y satisfactoria en la que no estamos retrasando el fracaso. (O)