Las tres Mónicas

Mónica Salazar, muy suelta de huesos, insinúa que el correísmo es una de las víctimas del asesinato del entonces candidato presidencial, Fernando Villavicencio, por cuya razón perdió las elecciones.

Aquel fue el estribillo que salió desde Bélgica tan pronto como ocurrió el execrable crimen, con el cual el correísmo pretende victimizarse.

Mónica Palacios, sin recato alguno, y con algún pujo de grandeza, insinuó a Mónica Palencia, ministra de Gobierno, de encubrir a grupos de delincuencia organizada. Algo gravísimo.

Mónica Palencia no se anduvo por las ramas, y, golpeando la mesa, se retiró junto al alto mando policial, no sin antes espetarle en la cara a su tocaya: “No le admito que usted diga que yo encubro a nadie. ¡Yo me estoy jugando la vida!”. Como dicen las masas: “La bajó por un tubo”, aunque la correísta ni tubo tuvo.

Y para rematar los incidentes que responden a un libreto preconcebido, Mónica Salazar preguntó al exministro del Interior, Juan Zapata, si la familia de Villavicencio estaría capacitada para determinar si el crimen del presidenciable es de tipo político.

Se necesita tener la frente tamaño de un pulgar para lanzar semejante torpeza. 

Tales “monicazos” ocurrieron en la comisión legislativa que supuestamente “investiga” el asesinato de Villavicencio, quien durante muchos años le tuvo contra las cuerdas al correísmo, y cuyas denuncias derivaron en sentencias condenatorias, si bien en no todos los casos revelados.

¿Qué puede investigar una comisión ad hoc, si parte de sus integrantes actúa con un libreto de por medio, con ínfulas de superdotados o buscando destellos de popularidad? ¿O para distraer la atención del meollo del asunto?

El rol investigador le corresponde, por ley, a la Fiscalía. Gran parte de la información recabada, de pruebas, testimonios de testigos, uno de ellos en calidad de protegido, y otros insumos, son reservados. ¿Se imaginan estas pruebas en poder de esas dos asambleístas, que bien pueden echar mano de los narcochats del caso Metástasis como quien aprenden a espantarse?

Hacerlos pasar en fila y tomarles lista a funcionarios del gobierno, de la Fiscalía y de otros organismos, para que informen de su trabajo, resulta hasta inoficioso, por no decir grotesco.

¿O querrán las dos Mónicas, no la agraviada, que algún mentalista demuestre que una de las razones para asesinar a Villavicencio fue para que Luisa no gane las elecciones?

Ojalá esté cerca el día para saber toda la verdad. Hasta nos salvará de oír y presenciar tanta cochambre en “monicalandia”. (O)

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