Mañana las perfumerías, floristerías, confiterías, boutiques y más almacenes de expendio de regalos se verán recompensados por la sequía de estos meses de crisis. Hasta los hospedajes de ofrecimiento eventual estarán agitados y en cambio permanente los aparejos de sus catres, con somieres reforzados; mas, de poca monta será congénere: la amistad, aquella que nace del descubrimiento que hacemos a otro de nuestro afecto y que nos ayuda a descubrirnos de nuestra propia vida.
Mañana los enamorados y amantes irán al encuentro apasionado con su ofrenda que demuestre más que la fidelidad, su pasión. En estos tiempos de permanencia del “cuánto tienes, cuánto vales”, la retribución se calibrará de conformidad al cumplido. De ahí que, cualquier mensaje escrito, así que sean esculpido con afán, no tendrá el importe de antaño y más bien se volverá a recordar algunas frases del vals de J.J: “… Amigos y mujeres todos pagan con traición/ no hay amigos sinceros se los contras con dinero/ Y la mujer amada sin metal te paga mal…/
Siempre será pertinente desafiar temas muy ponderados, no por ello engorrosos y hasta misteriosos que entrañan la más honda atracción humana y que han sido profusamente reflexionados por poetas, músicos, novelistas, filósofos, teólogos y por el común mortal. Entre ellos el amor, concepto sublime y el mayor de los existentes, por eso, eternamente habrá algo más que decir de esta intimidad singular.
Nació este Día como homenaje al despertar del adolescente por el amor, deplorablemente abordados solo desde el cristal biológico, y no desde aspectos de raíces emocionales como aquellos que abren sus frondas a la imaginación, al idealismo y al ensueño. Pero también se irradió a la amistad, a lo que hoy quiero tributar, porque los amigos son el refugio de nuestras desavenencias, desvaríos y desilusiones.
Hay algunas personas que llegan súbitamente o por azares de la vida, se quedan y van creciendo en cada encuentro, sin hacerse notar y cuando te das cuenta ya puedes decir que son tus amigos y coincidir con Rilke en su poema “¡Oh, aliento, tú, invisible poema”, que dejo a mis amigos se extasíen en la lectura del poema!
Tributo mi gratitud a los pocos amigos verdaderos: unos ya se fueron, pero dejaron su impronta de fidelidad, otros, aún comparten este tránsito existencial, diciendo “Aquí estoy, no me voy”, en oposición a los que dicen serlo que, a la primera de cambio, nos demostraron no serlo.
P:D: Cuando hablo de amigos, lo hago en genérico; pues, denuesto el arroba, el elles y otros atentados a nuestra lengua. (O)