¿Seguridad?

Ana Abad R.

Apenas cinco meses después de haber acudido a las urnas para elegir presidente, debemos volver a votar. En catorce ocasiones hemos sido convocados para decidir, mediante consultas y referendos, sobre temas de democracia directa; en esta ocasión, las preguntas planteadas por el gobierno de Noboa –ofrecimiento de campaña– giran alrededor de la “seguridad” y el papel de las fuerzas armadas. Su presencia en las centros penitenciarios, en las carreteras y en las ciudades –bien recibida por la ciudadanía– ha logrado disminuir el índice diario de muertes vinculadas a la delincuencia y al crimen organizado; sin embargo, mientras no se recupere la esencia del mandato constitucional que determina como prioridad del Estado la erradicación de la pobreza y la redistribución de la riqueza, estos son resultados engañosos que rompen aún más el ya quebrantado tejido social de un país, en el que los ingresos del 62.7% de su población  no cubre la canasta básica y se debate entre la pobreza y la extrema pobreza; datos alarmantes que reflejan mayoritariamente a la población rural, indígena, afroecuatoriana y a las mujeres, que continúan siendo las más vulnerables en este trágico y doloroso escenario en que vivimos. No habrá paz si los escasos recursos del fisco se destinan a la compra de armamento, a la construcción de cárceles, al pago de las deudas en detrimento de la salud y la educación. (O)