Camino a la eutanasia

Escribo este artículo el día en que se celebra con alborozo el amor y la amistad, haciendo remembranza al amigo que te ama inclusive cuando tú mismo has olvidado cómo hacerlo y a veces claudicas a la vida frente a las contingencias adversas e irreversibles. Lo hago, paradójicamente cuando la Corte Constitucional -CC-, pocos días atrás, dio luz verde para la despenalización de la eutanasia en el Ecuador, tras aprobar la demanda planteada por Paola Roldán, quien padece de Esclerosis Lateral Amiotrófica -ELA-: enfermedad del sistema nervioso que debilita los músculos y afecta las funciones, desconociéndose aún la cura. 

En medio de la crisis económica y de seguridad, se suma la existencial, es decir, aquellos conflictos sociales de supervivencia que ahora son dirigidos por la impresión e interpretación de terceros sobre que la vida carece de sentido en ciertas circunstancias y que lo “digno” es terminar con ella cuando se la solicite. Bajo cualquier interpretación es sabido que las crisis existenciales van acompañadas de ansiedad y de estrés que conducen a la depresión. Para una mejor exegesis hay términos que se correlacionan y se pueda tener una mejor cosmovisión: la angustia existencial, el vacío existencial, la neurosis existencial y la alienación.

Si algo justifica consultar al pueblo, son aspectos inherentes a su cultura y modo de pensar respecto de decisiones trascendentales de la dignidad humana, cuyo valor intrínseco lo trae desde su nacimiento y que se transfiere al resto de categorías de sus derechos, entre ellos el valor el de la vida y no de la muerte, porque a ésta la ética la rechaza y la religión la condena. Es sorprendente que 7 constitucionalistas de 9, decidan que se debe despenalizar la eutanasia; ellos son abogados que hasta en materia jurídica han sido cuestionados, no se diga en temas tan sensibles como éste.

Es momento del debate sereno y sensato en donde intervengan representantes sociales, culturales, ideológicos, religiosos, políticos, científicos, filosóficos y al fin, también el pueblo para la toma la decisión. De mi parte, seguiré con lo que me encomendó la sociedad de “curar” a las personas enfermas y no de “curar” a la enfermedad; es decir, la “cura” en el sentido de “cuidado” y no la “cura” en sentido de “eliminación”.

Sigo resistiéndome a la tendencia del hombre contemporáneo instintivo, que ya no demanda una comunidad que lo cuide cuando está enfermo, sino exige la desahucien para demandar que lo maten. (O)

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.

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