Era 2008, y Juan Carlos Sánchez, un todavía estudiante de la carrera de biología de la Universidad del Azuay, visitó Chanlud, una zona que se emplaza en el Macizo del Cajas, en la parte alta del Machángara.
En su paso escuchó un canto extraño. Seguido por el sonido se encontró con una rana roja, grande, cuyos brazos gruesos se asemejaban a los de Popeye. Sin saber, Juan había encontrado una nueva especie de rana del género Pristimantis.
Sin embargo, por aquel entonces, Juan todavía no estaba dedicado a la investigación, por lo que solo fotografió a la rana roja, y aunque no dejó de pensar en ella, no sería sino hasta el 2016 que volvió a Chanlud como parte de un proyecto que tenía como objetivo responder una pregunta.
“¿Realmente se ha explorado lo suficiente el Macizo del Cajas para saber todo lo que hay? Con esa pregunta partimos y empezamos a explorar. Y en una de estas exploraciones nos encontramos con el género particular de ranas, que se llama Pristimantis”, dijo Juan a El Mercurio.
Con el proyecto de exploración, Juan Carlos y un grupo de investigadores, con el apoyo de la Universidad del Azuay y la Universidad de San Francisco de Quito, regresaron a Chanlud y volvió a ver a la rana roja para describirla.
La descripción y el anunció del descubrimiento se publicó en la revista ZooKeys, en el 2018. A través de ellas se nombró a la rana roja como Pristimantis erythros (nombre científico) y Cutín de Sangre (nombre común).
Una rana susceptible
El descubrimiento de la rana roja en Chanlud respondió a la pregunta que se habían hechos los investigadores si se había explorado lo suficiente el Macizo del Cajas. La respuesta, por supuesto, era no.
El páramo cuencano, su naturaleza, guarda una diversidad cuya magnitud todavía no se conoce. Por ejemplo, el hábitat del Cutín rojo no supera el kilómetro cuadrado, y el Macizo del Cajas tiene una extensión, entre territorio continental y marino, de 976.600,92 hectáreas, según datos del Ministerio del Ambiente.
Y precisamente, que una especie, como el Cutín Rojo, habite una zona pequeñita, genera una preocupación en Juan Carlos, su descubridor.
“En esta área tan chiquita, una zona tan susceptible, puede perderse, porque acá a los páramos se los quema, se les mete ganado, hay un montón de problemas. Por eso es que este animal está catalogado como especie en peligro crítico, luego de esta categoría sigue la extinción”, explicó Juan.
Aunque ha habido algunas iniciativas y declaraciones de protección para la cuenca del río Machángara, sobre todo porque de allí proviene, en un 60%, el agua que consumen los cuencanos, todavía se necesitan proyectos sólidos que realmente proteja la diversidad que guarda esa zona.
Proyecto
Se espera que la realidad del Cutín Rojo pueda cambiar con un proyecto que está impulsando la Universidad de Cuenca. En enero, la institución se enteró de la existencia de la rana descubierta por el biólogo Juan Carlos Sánchez, por lo que se planteó la idea de analizar el hábitat de la rana roja.
“Queremos entender lo que está pasando, por qué no se extiende más, por qué no está en otros lados. Parte de este proyecto es entender dónde podemos encontrarle, buscar sitios potenciales, pero para eso hay que conocer el hábitat actual”, explicó Danilo Mejía, director de la carrera de ingeniería ambiental de la Universidad de Cuenca.
Mejía espera que este año la universidad acceda a fondos que les permita empezar con una investigación que podría cambiar la vida de una rana que necesita de manera urgente atención y protección porque no existen en ningún otro lugar del mundo. (I)
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