El Salado, un espacio para desconectarse en Nabón

En el cantón Nabón se encuentra en un sitio en el que las personas pueden dejar la rutina por la naturaleza y la gastronomía.

salado nabón
Gloria Morocho, una de las fundadoras de El Salado, puso un especial énfasis en la siembra de plantas que pueden ser admiradas mientras se recorren los senderos. Xavier Caivinagua

Aguas frías para pescar truchas, senderos que se conectan con el paisaje verde, un río para caminar por sus orillas, y una variedad de rosas y flores. El Salado es un espacio que está compuesto por distintos elementos de la naturaleza que son un imán para todo aquel que lo visite.

Emplazado en Quillosisa, Nabón, El Salado se levantó a través de los Morocho, una familia que creció en la zona y que sabía que la naturaleza había que protegerla y mostrarla a las personas que llegaban hasta allí.

El verde predomina en El Salado. Xavier Caivinagua

Para eso, hace un poco más de una década adquirieron un espacio en donde la comunidad y los visitantes que arribaban hasta Quillosisa sabían pescar. Motivados por activar la zona, empezaron a sembrar flores, a trazar senderos y a construir un salón que se abrió al público en agosto de 2020.

Cada miembro de la familia Morocho se encargó de un trabajo para levantar El Salado. La labor terminaría dando resultados: docenas de visitantes que arriban hasta Quillosisa para dejar atrás la cotidianidad, la presión del día a día.

Porque aquel que llega a El Salado se desconecta, no solo por la propia naturaleza. Allá, en Quillosisa la señal de celular se cae, lo que aleja a las personas de estar pegadas en la pantalla.

Café, chocolate y platos típicos

El Salado no solo es naturaleza viva. A esta la complementa la gastronomía elaborada con la sazón de los Morocho. Truchas, pollo, cerdo, papas, quesos, acompañados de ensaladas cuyos ingredientes son cosechados en el huerto de la familia.

A todo eso se suma el café y chocolate que los Morocho tuestan y preparan por sí mismos. Porque además de haber fundado El Salado, la familia está dedicada al negocio de las cafeterías.

Mayra Velásquez, administradora de El Salado, es una de las personas que sabe preparar el café que elabora la familia. Xavier Caivinagua

En el 2010, los esposos Gloria Morocho y Luis Morocho abrieron una cafetería en el estado New Jersey, en Estados Unidos. Luego de haber trabajo en diferentes restaurantes, Gloria empezó a hacer café, morocho, colada morada, tortillas de trigo en los tiestos.

Los alimentos elaborados por Gloria fueron una atracción alimentaria para las personas que tuvieron que dejar sus países de origen para buscar días mejores en Estados Unidos.

La sazón fue bien recibida, lo que motivó a la familia a abrir otra cafetería en el mismo estado de New Jersey. Tiempo después, con el conocimiento de cómo se administra un negocio de ese tipo, decidieron abrir El Salado en donde también se puede disfrutar de un buen café y un chocolate caliente en medio de la naturaleza.      

Ubicación y precios

El Salado se encuentra a una hora y cuarto desde el Control Sur. Para llegar hasta el espacio se debe tomar la vía Cuenca-Cumbe-Loja, para después doblar por la entrada a Zhiña. En la vía hay un gran letrero que le permitirá guiarse a través de una calle de tierra que le llevará hasta Quillosisa.

La entrada al espacio natural no tiene ningún costo. Los visitantes pueden pasearse por los senderos, por la orilla del río. Dentro se encontrarán con la cafetería y con el restaurante que ofrece una variedad de platos desde los tres dólares.

La pesca de truchas tampoco tiene costo. No obstante, se debe pagar por lo pescado, cuyo valor es de 3,50 la libra.

La atención en El Salado se brinda los sábados y domingos, de 10:00 a 17:00. Entre semana se pueden recibir a los visitantes con reserva previa a través del número: 0995242037. (I)

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