Las ciudades se planifican, vale decir su desarrollo, a mediano y largo plazo, independientemente de quienes las dirijan o pretendan hacerlo dentro del libre juego democrático.
Las diversas administraciones municipales de Cuenca se han caracterizado por la planificación, si bien con algunos errores u omisiones, propio de quienes hacen y se arriesgan. Lo contrario es caer en el marasmo, pasar desapercibido, no dejar huella.
Otra ventaja de la ciudad son los aportes de los diferentes sectores, como el académico, el gremial, el profesional, el productivo, aún con sus críticas, constructivas por cierto.
Y por eso, Cuenca, en muchos aspectos, es un referente nacional, pese a no contar con el respaldo económico suficiente del gobierno central, acorde con su contribución tributaria.
En ese marco se sitúa el Plan de Acción Territorial “SOS-Cuenca en Acción”, y la Agenda Estratégica de Infraestructura 2023-2031, elaborada por el actual ejecutivo municipal.
El Plan está sujeto “a los ejes de gestión sostenible del agua, movilidad urbana sostenible”; igual “la renovación y rehabilitación de espacios y edificios públicos, diseño y gestión del espacio verde urbano, y políticas públicas sostenibles”.
La Agenda se circunscribe al periodo del alcalde, previendo construir una serie de obras, de las cuales unas 50 serán de gran envergadura.
El Plan es sometido al escrutinio público. Puede ser revisado y retroalimentado mediante un código QR. Esta herramienta digital permitirá tener la información completa para procesarla y evaluarla.
Ojalá hasta el sector político interactúe. Esperar una campaña electoral para hacer propuestas, muchas de ellas desaguisadas y sin el debido respaldo financiero, es lo más cómodo, y lo cómodo es enemigo de la planificación de una ciudad como Cuenca.
Cuenca luce como es gracias a la contribución tributaria de su gente, cuando no del sacrificio; pues ningún crédito le viene gratuito.