Desde mi adolescencia, el fútbol ha sido mi pasión. A finales de los años 60 iba a Guayaquil para ver partidos donde actuaban Barcelona y Emelec. En los graderíos del Estadio Modelo me preguntaba, ¿cuándo tendremos fútbol profesional en Cuenca?
Que satisfacción tan grande, ser testigo del nacimiento del Deportivo Cuenca un 4 de marzo de 1971.
Un verdadero acontecimiento que despertó a la ciudadanía de distintos estratos sociales. Por ventaja, el Dr. Alejandro Serrano Aguilar y varios de sus amigos tuvieron la gran iniciativa de conformar un equipo de fútbol.
Iniciaron gestiones ante la Comisión Nacional de Fútbol que, en aquel tiempo, era el organismo que regía este deporte en el país. Al obtener una respuesta afirmativa, comenzó el boom del deporte rey.
El viejo estadio El Ejido con capacidad para 6.000 personas. La tribuna con graderíos de madera, cubierta de zinc cuyo soporte eran viejos postes. La general, lo que hoy es la preferencia, con ladrillo visto.
El equipo de la ciudad en pocos días se convertía en un verdadero ídolo. En los primeros partidos causó sensación con victorias de local y visitante. La victoria más sonada fue contra el poderoso América en el estadio Atahualpa.
Cuando los jugadores retornaban vía aérea, la nave no pudo aterrizar dada la increíble presencia de hinchas en la pista del aeropuerto, de manera que tuvo que desplazarse a Guayaquil y los muchachos pernoctaron en el Puerto Principal.
Como olvidar aquel 3 de noviembre. El Cuenca con goles de ‘Araña’ Martínez y Juan “Maravilla” Tenorio derrotó a la Universidad Católica que tenía un plantel notable. En la calle Bolívar se desarrollaba un desfile cívico-militar.
El público, en gran número en las veredas, de cuando en cuando gritaban los goles al escuchar las transmisiones radiales.
El dictador Guillermo Rodríguez Lara se alarmó sin saber qué ocurría. De inmediato su edecán le comentó: la gente grita por los goles del elenco cuencano.
Ante esta circunstancia, el ‘general bombita’ ordenó que un avión de la FAE traslade a los jugadores desde la ciudad capital.
Tantas y tantas anécdotas. Las señoras y señoritas que acudían al estadio no tenían idea de este deporte. Una tarde, en juego de barajas había un grupo de ‘damas peluconas’.
Una de ellas dijo: ya sé que es el corner, el off-side, el gol, pero no sé qué es Laterza. Otra señora le explicó entre risas, “no es una regla ni jugada, se trata del suquito paraguayo Gerardo Laterza”.
No sé a ciencia cierta si es verdad. Un día de fútbol, un cura extrañado por la escasa afluencia de feligreses en la misa del mediodía preguntó desde el púlpito, ¿qué falta en la casa de Dios para que la gente no venga como antes? Por allí surgió una beata que gritó, “goles padrecito, goles”.
No puedo olvidar cuando jugaron Deportivo Cuenca y Barcelona. El juez de línea levantó la banderola determinando una posición adelantada del Cuenca y el árbitro central anuló la conquista.
Enfurecido el arquero Rodolfo Piazza corrió hacia el línea, le tiró al piso y sobre él le proporcionó una andanada de golpes. Los hinchas de la general, en vez de respaldar al pobre árbitro, gritaban a todo pulmón: “Piazza, Piazza, Piazza”.
Hay cientos de recuerdos a lo largo del tiempo. Este espacio no alcanza para rememorar aquellos momentos y la alegría que proporcionaba el Deportivo Cuenca a su parcialidad. Por todo lo expuesto, me limito a decir: gracias doctor Alejo, gracias a quienes lo acompañaron.
De los personajes que contribuyeron al nacimiento del Club quizá quedan ya muy pocos, entre ellos ‘El Pájaro’ César Martínez Iglesias. Ciudadanos distinguidos se nos han adelantado, han viajado hacia el infinito.
Si hay algún lugar después de la muerte, quizá desde allí estarán mirando lo que ocurre en la actualidad, manifestando: sembramos en tierra fértil, no hemos arado en el mar.
Texto:
Guifor Trujillo
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