¿Basta con quejarnos?

   David G. Samaniego Torres

Mientras me aprestaba a escribir estos renglones sonó mi celular y me llega el video “FUIMOS LOS MEJORES HIJOS”. Vale mirarlo, entre sonrisas y, quizá también, con alguna lágrima.  La grabación comienza así: “Los nacidos entre 1960 y 1980 fuimos niños especiales, fuimos niños felices. niños estudiosos, niños respetuosos, niños educados, niños que sabíamos lo que era la autoridad y no porque nos lo dijeran sino porque lo sabíamos; bastaba solo con una mirada para saber lo que debíamos hacer…».

Me pregunto desde cuándo y por qué Ecuador se vino abajo y olvidó los senderos del recto juicio: los padres de familia aflojaron las riendas en sus hogares y empezaron a crecer  generaciones ajenas a principios morales y disciplinarios que luego originaron el clima que hoy vivimos: turbio, indeciso, ajeno a principios éticos, carentes de un norte y proclives a todo aquello que significa poco esfuerzo y búsqueda de dinero fácil  sin importar su origen.

No busquemos culpables fuera de nuestros círculos familiares. Si existen aún familias que viven “a la antigua” y conservan dentro de sus muros los códigos de antaño, remozados y fortalecidos; y si sus hijos llevaron muy lejos, como herencia sagrada, iguales códigos y similares anhelos, es hora de juntar las manos y agradecer a Dios porque Ecuador un buen día decidió enrolarse en el pelotón de quienes construyen sus vidas en base a dineros mal ávidos y acciones alejadas de la moral. ¿Culpables? Conocemos algunos nombres y en estos días muchos más serán de dominio público. Todos somos culpables, también quienes nos tapamos los ojos para no ver, ni sentir ni palpar el mal que se difunde.

Ustedes y yo somos hoy parte de una nación que eligió el camino  fácil de la complicidad. Pocos se acuerdan ya de la ética pero sí del poderoso caballero ´don dinero. ´

La educación, de un tiempo acá, ha sido sistemáticamente mal atendida  por los gobiernos de turno; se dejó que los maestros pierdan la mística de educar porque fueron maltratados mediante disposiciones injustas y a través de consignas ajenas a la formación de la juventud y de nuestra niñez. La prensa en estos días nos habla de asambleístas corruptos, de jueces vendidos al mejor postor, de dirigentes políticos embarrados en acciones delincuenciales, es decir: una sociedad postrada, sin ideales, ajena al buen vivir. ¿Dónde queda aquello de HACER PATRIA? (O)