La tendencia de la tecnología hacia la inteligencia artificial tiene mucho que ver con la comodidad que preferimos cuando de adquirir un producto o un servicio se trata. Una gama de ellos se oferta a través de un celular u otras herramientas tecnológicas; la primera se ha convertido en una forma horrorosamente hostigosa, entendiendo claro está, que son funciones asignadas a las personas contratadas para ello y que así mismo, responden a políticas de un marketing agresivo o acaso ¿Seré la única persona que tiene una lista considerable de números bloqueados, especialmente a las telefónicas?
Esta comodidad de hacerlo todo “en automático” nos da sorpresas cuando los valores a cancelar, principalmente, no son los mismos acordados en un inicio; entonces, el costo que tenemos que pagar por el reclamo y la devolución de valores, altera por completo la comodidad que mal escogimos en su momento.
Muchas de las veces tenemos un rol acusador cuando criticamos los servicios públicos que si bien, carecen de efectividad absoluta ¿Pero del servicio privado qué? Peor aun cuando se acude a dicha automaticidad y empieza una interminable cadena de transferencias excusándose en el FAMOSO SISTEMA.
Toda esta odisea por los servicios que son infaltables en la vida de las personas, nos lleva a caer en una trampa y salir de ella, genera una sensación similar a la paz interior. (O)