De 1987 a 2024, en las puertas de su 34 aniversario, la Bienal de Cuenca, que nació como la Bienal Internacional de Pintura, con sede en Cuenca y, regentada por la Municipalidad, hacia la Bienal del Arte Contemporáneo que se proyecta y consolida como, y sin lugar a duda, el evento de Arte Contemporáneo más importante del país.
Quizá mañana, la propuesta curatorial de la XVI edición de la Bienal nace desde la matriz fundacional del arte más allá del placebo, el arte como interpretación-expresión, el arte como disrupción libertaria, el arte como denuncia irreverente, el arte como provocación, el arte como evocación, el arte como reflexión, el arte como pretexto para mirarnos, entendernos, transformarnos…
Quizá mañana nos propuso una reflexión sobre la sociedad y sus estructuras, sobre los imaginarios en que se desarrolla la democracia envuelta en un capitalismo violento y excluyente.
Quizá mañana evoca la esperanza desde el sobrecogimiento; imposible permanecer inmutable al visitar, en la Sala Proceso, la, y me atrevo a decirlo así, perfecta bóveda negra que jugó a suerte de contenedor, para enfrentarnos con un profundo contenido que grita por reinventarnos una sociedad basada en la inclusión y la solidaridad.
Quizá mañana convoca el compromiso, ¿quién podría permanecer indiferente al vuelo de corazones enjaulados que, desde Pumapungo, nos mostró el rostro de la xenofobia en que galopan las políticas anti migratorias a escala mundial?
Quizá mañana provoca una sonrisa cómplice de ilusión y esperanza cuando vemos la droga reciclada, reinventada, reintegrada ya no como alucinógeno adictivo degenerativo, sino como inofensivo utilitario al servicio lúdico de lo cotidiano.
Quizá mañana da ganas de que sea ahora, hasta me pregunto ¿por qué no hora? Si hasta andamos a puertas de una nueva elección, quien quita y de pronto quizá mañana decidimos diferente, decidimos bien; quien quita y hacemos del quizá mañana un trampolín hacia la utopía… (O)