Cuando se les duerme el diablo a los giles, pasan a agarrarse la retaguardia a dos manos. Les cuento un chismesito, que ya sabemos que no es bueno; pero venga, claro que entretiene.
Resulta que un man, tirado a bacansote, llamó a extorsionar a una oferente para negociar el valor del 5 % de un contrato, de nada más y nada menos, medio meloncito para que continúe prestando los servicios de alquiler de grúas. Pero como somos acostumbrados a pedir la yapita, este pelmazo exigía humildemente una luca más por cada carro.
Hagamos una matemática básica. El 5 % de USD 500.000 serían USD 25.000, más los USD 17.000 por el número de grúas, el resultado nos da USD 42.000. Esa “miseria” se querían meter en el bolsillo. Negociazo, ¿verdad? Y el sujeto dice que así son las cosas en las compras públicas. Si se me va un poquito el tono, disculpará.
O sea, estas uñas largas actúan más o menos como Los Lobos o Tiguerones. ¡Son extorsionadores! Los primeros piden vacuna para dar “seguridad” a los negocios. Los otros; en cambio, piden guita para dar contratos. Es que estos sagaces avivatos huelen en dónde se puede hacer negocio, con la complicidad de algún funcionario inquieto con el dinero púbico. Que sueña con pasear a la novia en un carro último modelo.
Ahora podrá darse cuenta por qué hay tanta gente en las campañas electorales. Ponen hasta su patrimonio para apoyar al candidato. Pero no nos hagamos los shunshos. Favor con favor se paga. Nada es tisgra en esta vida. Si llegan al poder apuntan a esos puestos, en donde se mueven los dolaritos a diestra y siniestra. ¿Quién se va a dar cuenta si hacen falta unas luquitas?
Qué duro va a ser para los municipios contratar a personal para compras públicas. Mínimo deben aplicar las pruebas del bolígrafo, pedir antecedentes penales, revisar que no tengan tatuajes de grupos delictivos, que no sea militante de un partido político corrupto. Más claro, llamemos al curita para que exorcice a esos pillines. (o)