Más corrupción

Marco Carrión Calderón

Nos hemos enterado, con enorme indignación, que la corrupción derivada del narcotráfico y de la delincuencia organizada ha invadido todos los campos del quehacer público del país. Los pillos han vivido de fiesta muchos años mientras a la ciudadanía nos hacían creer los políticos que todo estaba bien y que trabajaban por el bienestar de la gente, por el progreso del país y para que la ciudadanía viva mejor, más tranquila y disfrutando de paz.

Los niveles de delincuencia en las calles no pueden ser tomados como algo común que sucede en todos los países de América Latina. Eso obedece a un plan cuidadosamente preparado por las mafias y los grupos de delincuencia organizada más grandes y que se ocupan de buscar vínculos con los grupos mafiosos en cada país.

En el ánimo de la colectividad había la creencia de que cuando las mujeres entraban a la administración pública todo, o casi todo, iba a desenvolverse con mayor honestidad y eficiencia. Desgraciadamente no ha sido así. Todas las personas, sin distinción de género tenemos las mismas virtudes y defectos y eso es parte ineludible de la igualdad de género.

Cada día que pasa hay nuevas noticias sobre la corrupción que ha estado haciendo su agosto en este desventurado país, jueces enriquecidos de manera imponderable, viviendo vidas de millonarios, en fastuosas mansiones, con costosas joyas. Y mientras tanto el prófugo mayor se desgañita proclamando que todo es “venganza” (cada ladrón juzga según su condición) y eso es, indudablemente por su inocultable complicidad, por decir lo menos, en la enorme trama de corrupción y en el crecimiento del narcotráfico durante su gobierno lo cual fue alentado de manera muy evidente por la supresión de la Base de Manta. No olvidar fotos del prófugo con Norero y otros implicados en los casos Metástasis y Purga.

Una mujer que era asesora y promotora de imagen de una presidenta de la Corte de Justicia de Guayaquil que, además de ser amante del mayor capo del narcotráfico, tramitadora de postergaciones de audiencias judiciales, compradora de jueces, etc. era también “madama” y proveedora de prostitutas de alto nivel que llegaban a cobrar 700 dólares por encuentro sexual. (O)