Los ecosistemas y las poblaciones humanas tienen una relación estrecha, en los últimos años se han acuñado términos como tejidos hidrosociales para enfatizar esta interrelación. Ya algunos datos emitidos por entes internacionales alertan sobre el reporte de 16% de muertes causadas por contaminación y un 6.2% de pérdidas económicas a nivel mundial. En este contexto, el impacto en las mujeres que viven en ámbitos rurales y contaminados aumenta debido a que sus labores tienen una relación estrecha con la provisión de agua, leña y otros productos. Las mujeres se exponen constantemente a sitios contaminados. Si los ecosistemas no son viables para la provisión, las jornadas se endurecen debido a un mayor desplazamiento para obtener estos recursos. En algunos casos, las niñas son retiradas de la escuela para apoyar en estas labores, así el deterioro en el ecosistema se constituye en un proceso que ahonda las inequidades de género.
La ciencia en este sentido tiene un amplio camino que recorrer. Desde modificar la visión parcial de la problemática ambiental y sus efectos, hasta lograr una propuesta para interpretar el ecosistema de una forma integral, multidisciplinaria, con una visión social y un fortalecido enfoque de género. (O)
