Alcalde, huy…huyuy

Aurelio Maldonado Aguilar

Las frías estadísticas y números bien coordinados, jamás mienten. Es el caso de que el Ecuador, nuestra pequeña y maravillosa perla, se convirtió desde tiempo atrás en enclave perfecto para todo el desarrollo del detestable negocio del narcotráfico, que, al ser tan poderoso y mundialmente generalizado en todos sus aspectos, nos convierte en víctimas inermes en manos de fuerzas tan poderosas, que ni grandes potencias con tecnología y recursos, pueden lidiar con el mal efectivamente. Ecuador, geopolíticamente y por la concupiscencia de los gobernantes, es el punto clave para despachar la droga en forma fácil, proveyendo a los malhechores de puertos casi libres para encaletar drogas en exportaciones lícitas o lograr enviar en lanchas rápidas, tan difíciles de pesquisar y que zarpan en momentos de silencio y condiciones aptas, además, con las hermosas Galápagos como punto de abastecimiento estratégico para el arribo de la droga a Méjico o centro América. Los radares, que podrían ser nuestras alertas, son escasos y están ciegos por la inmensa cantidad de dinero que se reparte en estas esferas, que convierten los alijos en invisibles objetos.

Tan peligroso es nuestro territorio, que hoy y para pesar de andariegos que buscamos solaz y alegría en sus paisajes, se vuelve imposible viajar a la costa, especialmente Guayas, Manabí, Los ríos, Esmeraldas, Santo Domingo, donde campea el balazo y sicariato, defendiendo los ya nombrados puertos y caletas de embarco, por una masa embrutecida de reclutados, muchos drogadictos y gente lista a manejar la bala sin ningún reparo, piedad o razón, convirtiéndose en un ejército de sicarios desalmados. Por otro lado, ir al oriente ecuatoriano a provincias del centro y norte convertidas en pistas clandestinas para recibir droga cultivada y procesada en Colombia y otros lugares o para despacharla, es una feraz y bella planicie casi inhabitada que solo sus ojos verdes y su maravillosa floresta, logran ser silentes testigos de los aterrizajes y despegues. Ser alcalde hoy, especialmente de estas zonas tomadas por los poderosos cárteles narcos, es toda una proeza y acto de heroísmo, pues un balazo está más cerca de su cabeza que una peinilla. Van ya muchos asesinados y en esta semana matan una joven alcaldesa y acompañante, disparándoles a quemarropa desde el interior de su mismo auto. ¿En qué tratativas se encontraban para ser liquidados de esta manera?

No existe resguardo que valga para las autoridades. Muchos como el del Guayas despacha encerrado en su casa. El alcalde y su solemnidad, se obliga a dejar los actos públicos o vivir encerrado en cadenas humanas de seguridad. Alcalde hoy es huy, huyuy. (O)