A un verdadero cóctel de problemas se enfrentará el gobierno del presidente Daniel Noboa a lo largo de abril.
Su comienzo no pudo ser más impactante con el alza del 12 % al 15 % del IVA, y, a la par, el incremento en cadena de casi de todo lo comerciable.
Será el efecto de una decisión radical, tomada con el apoyo camuflado de la Asamblea, así esté anclada en la discrecionalidad del Ejecutivo para incrementarla según las urgencias económicas.
El alza no aplicará para ciertos productos y actividades productivas. Así consta en el papel. Ojalá la realidad no demuestre lo contrario, conociendo el afán especulativo de la gente.
El repunte de la criminalidad es otro ingrediente del cóctel. Viene envuelto en una serie de interpretaciones, sustos colectivos, críticas, “análisis” de toda laya, como si la inseguridad, por su gravedad, connotaciones y actores, fuera aniquilable en poco tiempo y con tan solo operativos militares y policiales a “blancos” definidos.
Los más de doce asesinatos durante el reciente feriado obligan al gobierno a replantear su plan de seguridad.
El enemigo pudo haberse replegado mientras se le asestaba aquellos golpes; o retoma su fuerza para abonar a la incredulidad ciudadana y, de paso, diezmar su apoyo al presidente a fin de lograr el triunfo del no en la consulta popular.
La decisión gubernamental en pro de la minería metálica trae consigo la oposición de muchos sectores sociales cuyo silencio ante la minería ilegal es sintomático, pese a ser una actividad ligada al narcotráfico.
La oleada migratoria, similar a la experimentada en el feriado bancario; el desempleo y subempleo, son más ingredientes del cóctel de problemas. Sus impactos, según las últimas encuestas minan la popularidad del gobernante.
El descontento social podría acentuarse con el incremento del costo de vida a raíz del alza del IVA.
Y todo eso a las puertas de la consulta popular, la prueba de fuego para Noboa.