Como el objeto del estudio y de la práctica de la medicina, es la salud del cuerpo y del espíritu humano, la ética en la ciencia médica merece preferente atención.
La ciencia médica occidental, ha realizado grandes avances, en biología, bioquímica, genética, cirugía, etc. El trasplante de órganos, o el reemplazo de éstos por otros artificiales, se han convertido en procedimientos médicos habituales.
Los progresos en la farmacología han llegado a un punto en que ya no es un mero sueño pensar en controlar libremente las funciones de la memoria, del pensamiento y de la voluntad mediante drogas.
A medida que aumenta el poder de la ciencia médica para controlar la vida, la manera en que los médicos empleamos nuestros conocimientos se hace una cuestión de interés cada vez mayor. Hoy, bien ejercida, la medicina puede aportar enormes contribuciones a la felicidad humana; pero mal usada destruye la vida.
Desgraciadamente, en la actualidad algunos médicos parecen haber perdido el respeto por la vida, y haber rebajado sus criterios éticos.
Antes del siglo XX, había indudablemente médicos carentes de ética profesional, pero eran muy pocos. Como en aquella época la medicina no tenía el gran poder que hoy posee, la menguada ética de unos pocos médicos no constituía un problema serio.
Considero que la medicina debería ser un arte para curar. La dignidad del médico, exige que éste dé prioridad al objetivo de prestar servicios a sus semejantes, antes que acumular fortuna. Claro está que el aspecto económico y secundario de una profesión libre, es legítimo y necesario.
Es a veces doloroso reconocer el hecho de que un porcentaje nada despreciable de personas, ya no confía en los médicos, ni los respeta como cultores de una profesión noble como lo es la práctica de la medicina.
Un médico frente a un paciente, al margen de la situación socioeconómica de éste, debe adoptar una postura mental, que entrañe una comunicación espiritual entre los dos,
Creo que el único medio de superar el dilema que afronta la medicina moderna en lo que respeta a la ética y al ejercicio profesional, es apelar a un humanismo basado en la fe, y en una clara comprensión de la esencia de la vida y la naturaleza humana.
Recordemos siempre que: el amor y la compasión, son las únicas flores que crecen y florecen sin ayuda de las estaciones. El amor es hijo de las afinidades espirituales. (O)