Cuenca, se expande aceleradamente mezclando su rostro de bella dama morlaca, tapizada de ríos que la identifican como ciudad de notable estética, con encantos naturales que inician desde las crestas andinas de El Cajas hasta los valles de Paute, Gualaceo o Yunguilla. Hoy sus calles saturadas de fina gastronomía para todo gusto y bolsillo, de diversión y música, de elegantes y viejas iglesias, de museos que poseen mucho que mostrar de nuestra historia. Con parques y espacios verdes que son renovados y esperamos estén mucho mejor, cuando existan en ellos fuentes de agua que hagan gracia acústica a los cantarines ríos de Guapondelig. Existe un esfuerzo en la EMAC por decorar los espacios verdes que siempre son insuficientes para una urbe creciente con una superficie de 3.195 Km2. o 15.730 hectáreas.
Visitaba un amigo extranjero nuestra Tierra y al caminar por el centro citadino, me preguntó sí en Cuenca se hacía control vehicular (combustión de los motores), le dije que sí y me replicó: pero el aire está saturado de combustible no quemado, mira el humo de los vehículos, mira sin luces de freno, mira, mira. Más tarde se dio cuenta del escándalo acústico por parte de algunas motocicletas y la forma como éstas se introducían por cualquier lado de los vehículos ocasionando siniestralidad. La forma irrespetuosa de pisar la línea cebra (PEATONAL), la burla del semáforo rojo cuando se pasan irrespetuosamente, para qué sirven la señalética de tránsito sí los conductores hacen caso omiso. Ustedes tienen examen de conducción con leyes y reglamentos, le dije que si, y cómo rinden sí no aplican en la vida diaria me respondió. Luces direccionales para menos del 50% de los conductores. El caos impera en nuestras calles. Me dijo: instalen CÁMARAS que fotografíen a los infractores, se pagan solas y se aprende el respeto.
Reforestar es impostergable por purificación del aire, regulación térmica, ornamentación, salud colectiva, filtro de contaminación sónica, hábitat de aves e insectos benéficos, etc. (O)