Para escribir sobre la OEA, basta decir unas cuantas verdades de la historia. Un ente caduco, lleno de declaraciones y discursos fatuos, al cual acuden quienes se rasgan las vestiduras en su afán de quedar bien diplomáticamente.
Cero reformas a las cláusulas sobre las cuales sustentan su poder o su discurso. Respecto al asilo diplomático, trabajan sobre una admonición del año 61, nacida al calor de la guerra fría cuando la URSS era experta en perseguir la libertad de expresión de opositores, científicos valientes y hasta jugadores de ajedrez como Spasky y luego Karpov.
En la convención de Viena, ni siquiera se hubieran imaginado el nacimiento del Foro de Sao Paulo, ni los delitos de Lula, Chávez, Maduro o Evo Morales. Ni la majadería de Daniel Ortega y su corrupta cónyuge. Ni tampoco los robos del erario público de José López, el consentido de Cristina Fernández de Argentina, que escondió 9 millones de dólares en bóvedas de un convento de monjas.
No, para nada se habría conocido en Viena, de la costumbre de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) de convertir a México, querido país con quienes nos unen lazos eternos de amistad, cultura y sentimiento científico, en el reducto de la corruptela más rancia. Hasta allá llegaron todos los de la flota de canallas como la familia de Castillo, ese dictadorzuelo de Perú, o el propio Morales cuando desconoció su derrota.
AMLO, recibió a la familia del correísmo como a la Rivadeneira, a Ricardo Patiño cuestionado por la droga líquida, a los esposos Jarrin y Buendía, a Galo Mora ex Pueblo Nuevo y hasta les dio trabajo cuando algunos de estos “amnistiados” crearon una empresa para apoyar el proyecto de Morena, el partido político de AMLO.
Y entonces era bien sabido que la entrada de Glas a la embajada de México era la crónica de una muerte anunciada, consecuencia de un acuerdo muy bien planeado. En el juego de los tiempos a López Obrador se le durmió el diablo, y habló sandeces; según el Dr Luis Sarrazín, el mexicano “sufre de minusvalencia mental, fruto de una esclerosis cerebral senil, en virtud de la cual se expresa con una evidente incoordinación hemisférica, dice incoherencias, tiene dislalia y pérdida de la ilación conceptual” por lo cual actúa con capricho para proteger a la execrable mafia populista y a la delincuencia común.
Los discursos de los diplomáticos de la OEA y ONU siempre serán los de un club de mamotretos juntados para hacerse los “limpios”. El presidente Noboa, más allá de las condenas por su posición, ha hecho respetar y apoyar a la justicia. Nunca más prontuariados de corbatita y arete pretenderán utilizar la muletilla del “asilo político” para tapar sus atrocidades. Vamos por el tercer día en el juicio a Pólit en EEUU, y Glas sigue más embarrado que palo encebado. (O)