El Ecuador podría entrar en un eventual programa de racionamiento del servicio de energía eléctrica si persiste el verano en las cuencas hidrográficas donde están las centrales hidroeléctricas.
En la región sur no llueve durante varias semanas. Es notoria la baja de agua en los embalses de hidroeléctricas como Mazar, Paute y Minas-San Francisco. Al contrario, persiste el sol radiante y las altas temperaturas.
Este mismo fenómeno climático ocurre en Colombia, cuyo Ministerio de Energía resolvió limitar la venta de energía al Ecuador desde el 8 de abril hasta el 31 de julio de 2024.
Durante estos meses exportará al nuestra la energía generada en las plantas térmicas, siempre y cuando no afecte a la demanda dentro de su territorio.
El verano en Colombia ha llevado, por ejemplo, a aplicar cortes del suministro de agua hasta por 24 horas en ciudades como Bogotá.
Su Gobierno incluso a alertado sobre la necesidad de ahorrar el agua en todo el país, dada la prolongada sequía a causa del fenómeno de El Niño.
¿Y acá en el Ecuador? Se aplican “desconexiones”, un eufemismo para no decir “apagones”, aunque sean cortos.
Aumenta la demanda de energía, en especial en la Costa como consecuencia de las altas temperaturas.
Requeridas las autoridades energéticas, las salidas son las mismas: de las centrales térmicas, unas están en reparación; otras ya están obsoletas. Se reparan algunas hidroeléctricas, entre ellas, Sopladora.
No hay inversión privada para la generación hidroeléctrica por no permitirlo la ley, algo inaudito y fuera de toda razón.
A finales de 2023, el déficit de generación eléctrica se estimaba en 450 megavatios diarios, insuficientes para una demanda de 4.682 megavatios.
La situación actual, si bien no es la misma, tampoco se la puede subestimar, peor ignorarla; o como ocurrió en el Gobierno anterior: esperar el milagro de las lluvias.
Ojalá al Gobierno de Colombia no se le ocurra “bajar el breaker” de la venta de energía al Ecuador.