La Justicia es el eje vertebral de los Derechos Humanos, se trata de la virtud que orienta a las demás hacia el bien común y no al plano individual, esta disciplina implica igualdad; se trata del cumplimiento de la ley por parte de las instituciones y de los ciudadanos, de manera garantista para generar bienestar en los pueblos, en las sociedades y en las personas. Los seres humanos necesitamos estar conducidos por normativas jurídicas gestoras de orden, disciplina y respeto en la sociedad.
Los grupos de poder político y económico, así como en los regímenes autoritarios, buscan formas y mecanismos de interferencia de la independencia judicial y así blindan sus intereses y privilegios. Los oportunistas en el poder, requieren de sistemas alimentados por la impunidad y débiles para hacer de las suyas. Es obligatorio contar con operadores de JUSTICIA, saturados de probidad y moral, ética profesional y sin vinculación alguna con el poder, para ser garantes de la justicia imparcial, sin que ésta sea herramienta de persecución, castigo o influencias indebidas que procuran la impunidad.
¿Cómo así debemos aceptar la injerencia de ajenos al Ecuador, defendiendo intereses de grupos muy conocidos y que son actores de procesos de hambre y productores de diáspora en sus países?
La CORRUPCIÓN ha degradado la política, a los diferentes estamentos del ente público y privado; Presidentes, testaferros, Contralores de papel, y ha gestado miseria y caos en la sociedad, inclusive sembrando narcotráfico y todo lo que ello implica.
Hay cómplices y compadres dentro y fuera, y alimentan el caos y los escándalos mientras desaparecen millones de dólares del beneficio colectivo en medio de verborrea y falacias de hipócritas mafiosos de la política. (O)