Ejecutar la obra pública sin tomar los recaudos necesarios o actuar con “pies de plomo” resulta fastidioso.
A pocos kilómetros del centro cantonal de Girón, en la vía Cuenca-Girón-Pasaje, seguramente pretenden construir una variante, dado el pésimo estado de un tramo de la carretera, como consecuencia de fallas geológicas.
Aquél es uno de los tantos tramos afectados por fallas de esa índole y por los cuales transitar implica serios riesgos, en especial durante las noches, y más peligroso aún si hay neblina y las señas de tránsito, o no existen o ya no sirven.
Nadie discute la importancia de la intervención; es más, era necesaria, esperada hasta con cierta desesperación.
Tampoco está en discusión la complejidad de los trabajos, los riesgos incluso.
Sin embargo, no deja de llamar la atención la lentitud con la cual se trabaja, como si se estuviera interviniendo con maquinarias de hacía cuarenta o treinta años.
A juzgar por la maquinaria apilada en el sector, eso no es así. ¿Entonces?
Está habilitado únicamente un carril de la vía; es estrecho, irregular, fangoso además.
Durante el día, el tránsito vehicular, pese a las molestias, no se torna tan caótico como durante las noches, sobre todo los fines de semana.
Sumada a la neblina, la llovizna, no hay quien dé tráfico. Las consecuencias son fáciles de suponer.
De lado y lado se forman grandes filas de vehículos entre livianos y pesados. De estos últimos volquetes cargados de material pétreo sin cubrirle con lonas; buses intercantonales e interprovinciales de pasajeros, y tráileres.
En esas condiciones no prima el orden, ni siquiera el sentido común de los conductores como para asimilar la emergencia. Ocurren rebasamientos sin medir las consecuencias o potenciales colisiones, a más de la “pitadera” sin motivo, griteríos e insultos.
Reiteramos: bien por la ejecución de la obra; pero pésimo por la lentitud y no disponer de personal para dar tráfico.