Sutil discriminación

Vivianna Bernal Estrada

Estamos tan mal acostumbrados a que, si algo no es brusco, no es violencia ni tampoco discriminación; tiene que ser algo que agite para poder adjudicar el acto.

No hago referencia a la violencia, pero sí a una discriminación invisibilizada y sutil, a esa que tiene que hacer frente la población zurda.

En medio de la normalidad de sus funciones, las personas zurdas en Ecuador y de acuerdo con algunas fuentes, alcanzan el 12 % del total de la población y apenas el 1 % es ambidiestra.

Cuando la herramienta y/u utensilio no existe para poder utilizarlo cómodamente ya sea en el campo de la salud, cuidado, gastronomía, limpieza, etc., genera discriminación en contextos de perjuicio frente a los diestros, pues se asume per se que, al no existir dichos instrumentos, los y las zurdas deberán desarrollar una motricidad y una destreza ambidiestra; entonces, resulta fácil pensar que es cuestión de girar el instrumento o de acomodarse para poder manipularlo, pero no siempre las personas zurdas tienen esa habilidad; necesitan su instrumento para hacerlo de la forma que debe hacerse.

Lo más apegado a una oferta inclusiva en términos de producto y servicio, son las tijeras que piden en la lista de útiles escolares; recuerdo claramente un generoso stock en diseños y colores que amenizaban las actividades manuales.

Tal vez suene insignificante, pero a una persona zurda no le resulta fácil lidiar con algo que por práctica natural lo discrimina. (O)