Las películas y las series de mujeres de la industria de la belleza vinculadas con la delincuencia organizada y el narcotráfico, hace mucho tiempo pasaron de ser precisamente historias ficticias llevadas a las plataformas de entretenimiento, a ser una cruda realidad. Ecuador ha caído en estas trágicas redes desde hace mucho tiempo. Las investigaciones fiscales y policiales están en manos de las autoridades que se han atrevido a denunciar casos relevantes, denominados metástasis, purga y plaga. Abrieron la puerta que nadie se atrevía y seguro vendrán más de estos escandalosos delitos. Nos corresponde a nosotros como sociedad, entender como la juventud de nuestro país se ha visto inmersa en estos casos.
Años atrás la juventud estaba enfocada en conseguir una oportunidad de estudios, una oportunidad económica con la intención de cumplir un sueño, una oportunidad para insertarse en la vida laboral. Sin embargo, muchos de ellos han optado por el camino fácil. Atrapados en las redes sociales, bajo la exigencia de más likes y comentarios, inmersos en una vida virtual de éxito y de lujos. A menudo esas vidas compartidas no son tan reales, detrás de ellas existe una vida de excesos. Un camino de mentiras y apariencias, no obstante, como bien lo dicen nuestros mayores -las mentiras tienen patas cortas-. Cuando la verdad de esos peligrosos vínculos sale a la luz, las consecuencias son terribles. Se pierde -lo mal habido- y -lo mal adquirido-.
Como sociedad estamos infectados hasta la médula y sólo de nosotros depende educar a nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes sobre los valores, los principios y el respeto a la ley. El camino fácil de tener una vida exitosa no puede ser el costo directamente vinculado con una muerte segura.
